Mi buena memoria es mala

 
              Mi mala memoria radica en que es muy buena: recuerdo demasiado, más de lo que debería. Mis conflictos se generan a partir de esa transición en la que lo importante y lo indiferente no alcanzan el olvido.   El olvido es seguramente el lugar más temido de todos y es ahí donde quisiera mandar tantas cosas que me cuelgan como llaveros que hacen mucho ruido cada vez que doy un paso. Para mi mala suerte el olvido también es un proceso, a veces radical y a veces involuntario, es un método de supervivencia o sobrevivencia, a veces también, en el mejor de los casos es un ajuste de cuentas.
              El olvido por ahora no me sienta bien, no sé cómo le venga a los otros involucrados, pero a mí por el momento, me sienta del carajo. No está pero tampoco se va, no me busca pero tampoco se muestra indiferente y ese doble mensaje me mortifica. Los dobles mensajes confunden a cualquiera, incluso a los psicólogos quienes tienen el trasfondo de todo. El único trasfondo aquí es que mi memoria es tan mala que no quiere que olvide, como si tuviera voluntad propia. Este olvido forzado del que ya había hablado anteriormente, me parece una redundancia absurda. No me deja ir pero tampoco me aprisiona, no puede estar conmigo pero no quiere perder la oportunidad de estarlo en el futuro.  A mí me dijeron que el futuro era ahora: el pan que se deja para otro día se endurece. Las frutas de esta temporada no se repiten el resto del año, y eso es todo lo que quisiera decirle.
Y no puedo


Firma Carol,

Postear desde otro ordenador que no es el mio me hace sentir como una extranjera

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