Crónica del peor día de mi vida.
Hoy les
quiero compartir una historia muy personal con el fin de darles un par de
consejos.
Hace dos días,
pasé el peor lunes de toda mi vida. Sin embargo, a la vez fui la persona más
feliz del mundo. La más feliz.
Pase las
horas más eternas de toda mi existencia. Mi mamá duro desaparecida cuatro horas.
No sabíamos nada de ella y la última vez que la vieron fue en el banco. Cuando
ya no sabíamos dónde buscarla, sólo estábamos
esperando una llamada. La llamada que me dejó colgando el alma durante una hora
que me pareció fácilmente un año. En todo ese tiempo sentí que envejecí cinco
años. Nunca en toda mi vida había sentido tanto miedo. No saber dónde estaba mi
mamá y conociendo la situación de delincuencia en la ciudad, me imagine lo
peor. Me imagine todas las peores posibilidades que pudieran pasarle.
Inevitablemente uno piensa lo peor como una forma de prepararse mentalmente,
pero ni siquiera soportaba el pensamiento. Me agarre del volante y sentía que
me dolía el pecho y entre todo, hasta creo que me puse a rezar.
Cuando por fin
recibimos la llamada, sentí que estaba en una mecedora que se inclinaba hacía
atrás y no se detenía. El vértigo de perder lo que más amo en toda la vida.
Jamás podré describir la expresión de mi papá, no hay palabras para decirles cómo
le temblaban las manos cuando quiso contestar, el teléfono le temblaba entre
los dedos. Su cara era horrible, sus ojos se abrían como platos y las venas de
la frente se le saltaron como por arte de magia. Su voz era dolorosa y se me
clavaba en los oídos como mil cuchillos. La voz era de ella, pero no sabíamos
con quién estaba. Al final nos dijo dónde la tenían.
Sentí que
morí mil veces, una tras otra cada que vez que retumbaban las palabras en mi
cabeza. Mi mamá secuestrada, imagínense. Me quería morir. Ni siquiera me salían
las lágrimas, pero mis piernas ya no me sostenían. Me deje caer en una silla y
comencé a gritar. Como si con eso cambiará algo de la pesadilla que estábamos viviendo.
A mi hermano se le cayó la quijada y le corría el sudor por la cara. Mi hermano
más pequeño se quedó paralizado. Estábamos a punto de que nuestra familia
quedará incompleta por una injusticia de la vida. Por un –momento equivocado,
lugar equivocado-. No sé cómo explicarles con palabras cuanto miedo y dolor
sentí en ese lapso de tiempo que ahorita no sé cuánto fue. La dejaron
abandonada en otra ciudad a dos horas y media de aquí. Sin camioneta, sin
dinero y sin nada. Al escuchar su voz y saber que estaba viva, sentí que volví
a nacer. Sin embargo no sabíamos en qué condiciones la habían tirado en medio
de la nada. No sabíamos si la habían golpeado, torturado o esas cosas inhumanas
que la gente hace. Mi papá salió a tropezones a buscarla. No te muevas de ahí
gritaba, escóndete le decía a mi mamá, a su mujer. Me quede esperando que
volvieran con la esperanza de que no fuera una trampa y con el teléfono celular
esperando que alguien me dijera algo más. Fueron las horas más eternas de mi
vida.
Hasta que uno
vive una pesadilla como esa, piensa en lo demás. Que lo material no es nada
comparado con perder a alguien de un segundo para otro, en condiciones que no están
a tu alcance. Te das cuenta que si tuvieras que buscar a alguien con todo en tu
contra y con el único recurso que se llama fe, te toparías con un muro gigante
que se llama delincuencia e impunidad. Todo me paso por la mente ¿Dónde la
habría buscado? ¿Cómo habría encontrado a esos hijos de puta que le decían cada
cinco minutos que la iban a matar y a tirar en la carretera? No sé y sólo se lo
deseo a esas cabrones, hijos de la chingada huevones de mierda.
Cuando al fin
estábamos todos en casa, no la queríamos soltar. Queríamos dormirnos todos
juntos para no estar separados un segundo más. Fui la mujer más feliz del mundo,
mi familia estaba intacta. El regalo más grande es tener a la familia, aunque
supongo que no se los tengo que decir. Por favor aprovechen el tiempo, no sean
absurdos guardando rencores que no tienen sentido, porque la familia es todo. Imagínense
una vida sin ellos.
Yo no me la
imagino, y eso que tengo muy buena imaginación.
Firma Carol,
los amo a todos y cuídense muchos por favor.
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