Ojos de cristal
Hay que ser brillante para llevar un romance con tanto
ingenio y para pararle el pito con tres palabras al Mago desde otra ciudad. No
me culpes si siento que todas las señales están a mi favor y no es posible
resistirse al hechizo natural con el que te acercas desde tu mundo y yo, con la
destreza de todas las mujeres que soy me dejo llevar solo para protagonizar un capítulo
importante.
De los dos él que más va a
perder soy yo. Tú te irás y te enredarás con alguien más para olvidarme,
con un clavo sacarás a otro como dices que has hecho hasta ahora y yo me
quedaré en el mismo lugar donde estaba justo antes de conocerte pero con la
sensación de que soy un miserable porque ya no vas a estar cerca de mí, dijo el
Mago mientras me sostenía de la nuca y nuestras frentes estaban pegadas como
dos muebles que se necesitan para sostenerse. Con sus ojos tan cerca de los
míos no alcanzaba a ver lo que había en su mirada pero sabía, a través del tono
lastimoso de su voz lo que había en su corazón.
Te equivocas decía yo, aunque parezca que no tenga nada que
perder igual lo perderé todo ¿Qué cosa va a pasar cuando me cansé de buscarte
en todos los hombres?, me volveré un perro triste y escribiré de ti como
alguien que enloquece por lo que nunca tuvo y aun así será un placer haberte
conocido.
El Mago es mío cuando no mira el reloj para saber que tiene
que irse, cuando nos apasionan las mismas cosas, cuando una palabra a media
tarde nos salva. El Mago vivirá conmigo dentro de una historia que si no me
mata me va a volver escritora.
“Yo tenia un caballo que amaba muchísimo, chaparrito y
nalgón como tú”
Firma Carol
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