El destructor y la destruída
A lo mejor tú tenías el mismo alcoholismo que yo; mareado
por lo que estaba a punto de suceder, correteado por una mentira que se hacía
posible y esperando siempre a que algo explotará. Estarás bien, eres de hierro,
dijiste aquella vez que te pedí que no me dieras alas y luego me tirarás al
suelo. Hasta en eso tenías razón y hasta en lo que no me convenía también. El
destino que habías predicho se iba cumpliendo porque tú hiciste de él un plan
en el que él único que estaba preparado eras tú, al fin que si algo salía mal
yo era la indestructible y pensabas que de algún modo en ese sentido quedábamos
empate.
El destructor y la destruida y viceversa, pues éramos iguales porque tú también te
ofendías con las ofensas ajenas, porque te aburrías y te asfixiabas como cuando
ahogados nos encontramos en la calle.
De todo lo igual que teníamos aun así yo no me habría ido
sin despedirme aunque bien sepa que tratar de cerrar un círculo es de manera
absoluta, querer buscar una nueva oportunidad. Para sentir alivió tuve que
creer que te ibas sin decir adiós porque los adioses solo eran para quienes
debían no volverse a ver. En esté amor en el que solo han quedado cuentas
pendientes el embargo es tan solo una espera de los dos, en donde seis meses lo
cambiáramos por cuatro años y en donde seguros estábamos que cambiaríamos en la
misma dirección haciendo posible todo de encontrarnos de nuevo, justo cuando yo
veía una fotografía en el periódico de que recién te habías casado por el civil.
Mientras siga viendo tu cara en la cara de la luna.. mientras siga escuchando tu voz
Firma Carol
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