Siameses
Abro los
ojos. Alguien afuera está cantando como si le doliera el corazón, han de llevar
tres botellas entre todos. Estás roncando en dos ritmos. Abro los ojos y ahí
estás después de pasar tanto tiempo pensando en que tocaba tu cara y veía tus
ojos. No puedo escapar. Estoy atrapada bajo tu cuerpo y una sábana. Va a
amanecer en unas dos horas y no he dormido nada. La próxima vez que abra los
ojos habrá salido el sol y tendrás que irte, es mejor que no los cierre. Qué
bueno que estoy despierta y por ahora puedo verte. Mañana durante el trayecto
del autobús no podré escribir y tampoco podré hacer una grabación de voz.
Últimamente me grabo hablando conmigo misma, he escuchado que los escritores
hacen eso pero yo no soy nadie, solo una mujer que constantemente tiene dudas y
complica las cosas. Después me escucho y encuentro una conclusión: no debo
pensar tanto. No hay que darle vuelta a las cosas, a veces son muy simples.
Ahora estoy aquí y soy tuya en una ciudad que no es la mía ni es la tuya. No
nos ducharemos juntos y no compartiremos el almuerzo pero voy a verte cuando
despiertes porque no creo que a estas alturas de la madrugada y con esas
personas emborrachándose allí afuera pueda dormir. Estaré despierta cuando la
alarma suene y te diré buenos días. El tiempo no es tan relativo como dicen que
es. Cierro los ojos otra vez. Ya no roncas, algo estarás soñando. He pensado
que no puedo enojarme, que esta situación que no es la ideal no es culpa de
nadie. Si me enojo te pierdo y no quiero perderte. Ya nos separa la distancia
por lo menos que no nos separen los reproches. Te giras y me sueltas. Te das
cuenta de la ausencia de mi cuerpo y te vuelves hacía a mí y me buscas entre
las sabanas. Aquí estoy, no me he ido. Sobra mucho espacio en la cama de
cualquier lado. Estamos siameses. Soy
tuya, soy tuya. Te voy a extrañar cuando te vayas, te voy a extrañar cuando me
vaya. Nunca sabrás que escribo esto, a menos que en algún momento lo quiera
usar para retenerte en una falsa huida. Prometo no huir en un arranque de
ansiedad, prometo no volver a crear un desastre sobre otro desastre. Yo también
soy nueva en esto, por favor tenme paciencia y bésame muchísimo para que tu boca
me alcance los siguientes días que no pueda verte. Me acercó y te beso en la
cara, dices algo. Unas de las palabras más claras que te he escuchado decir. Al
parecer dormido piensas lo mismo que yo pienso mientras yo estoy despierta y tú
no lo sabes. Tú no sabes que a mí un día me entro el miedo de verte. Tú no
sabes que seguramente olvidaré algo a propósito y que volveré en la primera
oportunidad. Quiero mantenerte despierto pero también es un placer estar solo
así, con la tranquilidad de que nos hicimos posibles, de que puedo abrazarte y
de que el temblor no te mato antes de que pudiera verte cuando la puerta del
elevador se abriera. El clima es perfecto y mañana desayunaré a la vuelta. No
me imaginaba tu habitación así. En las fotografías parece más pequeña, tal vez
lo fuera antes de que yo llegara. A quién le voy a contar que hicimos el amor y
yo tenía miedo de que el edificio se callera. Mi ropa está tirada por todas
partes. No quiero seguir diciendo cosas y luego pedir perdón. No quiero escuchar
una grabación tuya encerrada en un baño pidiéndome disculpas. Los primeros
ruidos de la ciudad atraviesan las cortinas que son súper bonitas, que buen
gusto tienes. Voy a verte con el cabello mojado como estás en aquella foto en
la que cada vez que la veo me derrito. Ahora me derretiré en persona y eso me
causa mucha emoción. Ya no sé quién de los dos en esta habitación debe detener
al otro. Solo voy a guardar las cosas bonitas. Déjame tus piernas, no puedo,
las necesito. Entonces déjame tu cuello. La forma en que a veces dices las
cosas podría resultar hiriente, es un choque cultural. No se puede tener todo
en la vida, tus besos los voy a guardar en mi corazón y los errores de
comunicación los mejoraremos con el tiempo. Abro los ojos, está amaneciendo.
Buenos días. Soy yo y estamos aquí. Hoy no te importa llegar tarde a la oficina
y eso que estamos en emergencia nacional.
Firma Carol
No saben cuántas veces en los últimos diez días he dicho: Pinche Ricardo
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