No puedo darle tanta importancia a su persona, ni a la poesía con la que me conquisto porque ese es su trabajo, esa fue lo que usted pensó cuándo me encontró. Los besos que nos dimos en su auto y en los bares, en la calle, las insinuaciones en la librería y la vez que fuimos a desayunar, me están torturando, me hieren en la superficie de un viernes por la noche. Mis cavilaciones vuelan lejos y apenas las puedo alcanzar, se van con usted, se van a donde usted vaya, se quedan en cualquier objeto que usted toque. Cada palabra que usted utiliza yo la quiero utilizar, cada libro que usted lee yo lo quiero leer, cada calle que usted camina por las mañana yo procuro recorrerla a la misma hora, para toparnos, para encontrarnos entre cientos de personas, dónde la posibilidad es pequeñísima. Lo quiero encontrar en un semáforo para hacerle el amor con señales, con guiños, con post it.

Comentarios

Entradas populares