Por eso yo estoy aquí en mi cama, sin beber para que no se me suelte la lengua. Sin llorar para que no se me vaya la noche. Pensando en él para que no se me olvide de quién escribo. El problema es que no recuerdo lo que me prometo, no a los demás, si no lo que yo en silencio me juro hacer o no hacer. Por eso es viernes y me encuentro enjaulada haciendo proyectos escolares que por cobardía no había hecho, quizá esperando que me llame, quizá esperando tomar valor para llamarle. Yo tengo la culpa, claro que después de unos cuatro tragos comienzo a culpar a alguien más, y usted que tanta suerte tiene, es mi víctima, a veces… y todas las noches. Me declaro culpable de mi situación actual, de estar leyendo pornografía, de estar imaginando cocinarle la cena para cuándo llegue del trabajo, usted me ha hechizado, porque también he pensado en cómo será su cama y qué forma tendrá. Usted no me declaro sus condiciones y sin embargo yo ciegamente las acepte de inmediato, casi cuando lo conocí. Ahora por eso hago mi berrinche desde casa y sin alcohol, porque no le puedo reclamar nada de mis padecimientos, no le puedo adjudicar tanto daño por tan solo ser usted

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