Malditos celos
Me dan celos de las personas que llegaste a conocer
antes que a mí.
De los hombres que se te han acercado como los
pájaros cuando ven migas en el piso.
Siento celos de que salgas a la calle y te
encuentres con alguien y te escapes a disfrutar de la vida como cuando te fugaste
conmigo.
Me dan celos también de quien te dice ‘Salud’ o
‘Gracias’, de quien te abre la puerta de los edificios, de quien te de la
contraseña de algo, de que te digan ‘A sus ordenes?’ Me dan celos de tu jefe
que te manda y que yo jamás te pude mandar en nada, ni nada.
¿Cómo no voy a sentir esta envidia? De que alguien
te vea en persona y que yo apenas tenga una foto tuya aunque no la necesite
para imaginarte. ¿Cómo no voy a sentir coraje? Si eso mismo fue lo que me falto
para retenerte. Siento celos y luego todo lo demás se desata, y me vuelvo
estúpido ante este capricho de no poder tenerte y de imaginarte la vida
paralela que llevas en mi mente, en mi distorsionada mente. Me vuelvo loco y yo
sólo me aprisiono en esta cárcel de pensamientos inútiles sobre ti, sobre mi
lastimosa situación de extrañarte y de tener lejos de mi alcance las palabras
para decírtelo, suavemente no como acostumbro, que te digo que te extraño como
si fuera una maldición y te reclamo, como si tu tuvieras la culpa, como si
tuvieras la culpa por mi estupidez y por mi incapacidad de haberte querido como
tú te lo merecías, cuando nadie más que tú te lo merecías.
Firma Carol
Hoy tengo aspecto de caballero
con estas botas de combate que llevo.
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