Nos volveremos a ver
Alli estaba él reinando el restaurant con su
trabajo y delicadeza de caballero,
Con su sonrisa y su voz elegante que sirve para
cualquier evento que a mi se me pudiera antojar.
Claro que yo no tengo la culpa de que me gusten
tanto los hombres,
de que me gusten de diferentes de formas y fondos.
A los hombres perdidos yo soy quien los encuentra,
me atraen así, sin dirección, sin brújula, sin
nada.
Ustedes pensarán que son los más fácil de atrapar,
pero no, porque son aferrados, y por eso es que son
más interesantes.
Me ha visto y me ha reconocido enseguida
y me saluda con un simple –Hola-
No fue un –qué onda- ni un –Hey- . Fue un Hola,
como en los años cincuenta.
Yo saludé con la mano, haciendo honor a mi táctica
del lenguaje corporal
Se paseaba entre la gente y chocaba casi apropósito
con mi mirada,
Y digo –casi- a propósito porque de haber querido
él, se habría puesto frente mío
Me fui sin despedirme como la última vez, quizá me
vio cuando me marchaba
Se fijó en mis espaldas y se la grabo. Se grabó mi
huida como quién no puede hacer nada,
Sino contemplar los rastros que va dejando la
ausencia.
Y eso, sólo tiene sentido para la gente que vive de
migajas, no para nosotros.
Nos volveremos a ver.
Firma Carol,
Como una mancha de vino tinto en un mantal de bodas blanco
Si disfrutan de la escritura de este hotel, hagánmelo saber
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