Carta de un abandonado
25 de septiembre del 2000
Ana, mi vida:
Me causa vértigo esta carta
que te escribo, porque no sé si estoy a la altura de quién o de que o de las
circunstancias. De mis errores o de mi insoportable carácter. No sabía si
pedirte perdón, llevo desde el sábado pensando qué, cómo y dónde escribirte.
Ahora me queda claro que solo quiero hacer de esto un recuento de los años de
nuestro amor; si a ti te parece y si no estás ahora con otro hombre, más
atractivo y menos doliente que yo, la duda me mata, no creas.
Quería decirte que tengo
recuerdos aislados de nosotros dos, y no me refiero a que uno no tenga que ver
con el otro, sino aquella manera de ser
tuya de interpretar –cada vez- a mil mujeres distintas. Hasta ahora me
doy cuenta, que eso es lo que más amo de ti, y que jamás encontraré a alguien
que actué de esa forma para mí, aunque en mis próximos días me dedicará a ser
un buscador de talentos. Es decir, yo sé que no lo hacías por mí, yo sé que la
vida te hizo así, y que tú eras una consecuencia de la vida y de historias que
ni siquiera los mejores escritores habían podido combinar.
Admiraba las horas en las
que te dedicabas a decorar la sala, la sala en la que a veces hacíamos el amor,
aquellas veces en las que la locura nos tomaba por la espalda y no nos dejaba
avanzar hasta la habitación.
Recuerdo como te inspirabas
después del sexo, corrías desnuda por pluma y papel hasta el mueble de madera.
Yo veía como te volvías artista sin serlo. Y ahora que te imagino, deseo que no
lo hagas con nadie más, que escribas antes, o
al día siguiente, pero no justo después de terminar de hacer y deshacer
lo que unos llaman amor. Claro que no es tu culpa, tampoco te culpo y no te
reprocho nada, quizá esto es más un monologo conmigo mismo que tendrás que leer
pronto, pronto hasta que me arme de valor y sobre todo, investigué dónde te has
escondido. Me da miedo que no estés bien, o que hayas decidido irte con alguien
malo, alguien que no te conoce, alguien que podría golpearte en medio de una
noche sin luna. Yo sé lo frágil que eres, jamás alguien se asustará tanto como
yo lo hice aquella vez que te vi tirada en el piso de la cocina. No es que
desee que alguien te vea así, sólo quiero expresar y hacerte saber, que casi
muero aquella maldita noche; no sé cómo pude descuidarte así. Jamás debimos
obsesionarnos tanto con eso de tener hijos, sólo nos llevó a la ruina, y me da
miedo, que en el futuro esas mismas ganas de ser madre te lleven a la
destrucción de tu naturaleza. Piensa que todo está planeado, mi amor, no creas
que yo no sufro ahora, estoy muerto en vida ¿Cuántos días han pasado desde
entonces? No sé, a mí me parece una eternidad.
Te amo Ana
Eres la Diosa de mi pasado,
presente y futuro.
Firma Carol,
Espero que les guste!
Me encanto!!!
ResponderEliminarWow me encanto, aunque creo que todos tenemos una historia asi de intensa que contar.
ResponderEliminarla verdad me llego, casi lloro! Bri :)
ResponderEliminar