Nadie te obliga a irte por la mañana II


Le abrió la puerta de la camioneta, cual caballero, era una Ford explorer color verde.
Condujeron no muy lejos, hasta su departamento. Entraron, él encendió las luces y le comento que  el sujeto con el que compartía el apartamento estaba fuera de la ciudad.
Ella no hizo ningún comentario, no sabía si eso era bueno o no. 

Trajo dos vasos llenos de hielo de la pequeña cocina y la botella se encontraba en un mueble de madera entre discos de rock y algunas figuras clásicas como Elvis Presley y Jessica Rabbit.

Había varios tapetes en el suelo, como si fuera la primera opción para dormir mientras en la televisión corre algún documental sobre música clásica.

Ella se sienta en el sillón pequeño, buscando la forma de quedarse aparte de él, se hablaban de frente. Hablan sobre algún viaje al centro del país y sobre una disquera interesada en el trabajo de la banda.

Son más de las tres treinta de la mañana. Al fin él se acerca, le coloca una chaqueta de piel café con borrega en el interior, primero introduce el brazo izquierdo a la manga, y luego él le detiene el vaso (casi vacio) para que pueda meter el otro brazo a la chamarra. Ella ya esta adentro

Se sienta en el brazo del sillón individual junto a ella.

-          Tenía un gato llamado Harry, después de volver de un viaje ya no lo encontré- le dijo
-          Así son los gatos, se fue con una novia- le dijo ella tratando de darle consuelo respecto a la compañía perdida.

Él le sonrió. Se hablaban como si se conocieran de antes. No era una plática personal sobre trabajo o aspiraciones de la vida. A ella se le cierran los ojos. Él le ofrece el sillón en vez de su cama. Se encargó de traer una manta, de apagar las luces y cerrar la cochera. Cuando volvió ya estaba dormida, como un gato hecho rosca. Le quito las botas y la cubrió con la manta.
Él se quedó despierto, estaba recargado con la cabeza echada hacia atrás con los ojos cerrados.
-          ¿Qué vamos a desayunar? – Le pregunto
-          Quisiera que te quedarás hasta al anochecer, la cena la quiero hacer contigo 


Firma Carol 
Aún tengo ganas de que seas mi extraño 

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