Emborráchame, emborráchame más
Te vas y
apareces como si nada. Revolviendo las cosas cuando ya estaban menos revueltas.
Integrándote como algo especial a mi receta y a mi situación actual. Un poco
perdida y un poco encontrada. Vuelves y me roncas cerquita en la oreja mientras
duermes y me levanto en la madrugada con hambre y para no hacerte ruido me voy
a la cocina. Y me das de beber vino de tu boca, no en sentido figurado sino
literalmente. Literalmente mientras te digo ‘Emborráchame, emborráchame más’. Y
esa acción, esa tu acción pero a petición mía, podría causarme el más severo de
los alcoholismos. Y besarnos en la terraza y que rompamos un vaso de cristal y
me tengas que llevar en brazos hasta adentro para no cortarme un pie. Y en la
mañana otra vez, como si nada, me traes el café, como en la noche me llevaste
la cena. Y que escuches toda la mañana mis historias locas y tontas. Y que te
diga que todos los personajes de mi novela soy yo, yo misma y que me digas ‘Lo
sé’. Y por si no fuera poco, me agobia todavía no poder dormir a esas horas y
te despierto para decirte que se ha muerto Gabriel García Marquez cuando un día
antes estábamos hablando de él, también como si nada. Y cuando al final me
puedo dormir, dándote la espalda para no despertarme por la tentación de tu
cuerpo, me pongo a soñar contigo, y sueño que estoy ahí en ese mismo lugar y en
esa misma casa pero ya alistándonos para irnos, y cuando despierto tú todavía
estás dormido. Qué sorpresa, imagínate. Supongo que esos sueños son los
mejores, a pesar de las consecuencias del día siguiente, es decir de volver a
soñar contigo y que ya no estés, que ya estés en tu ciudad, que no es la mía. Y
volver a la vida real. Y que me mandes un mensaje que diga ‘Verte fue hermoso y
emocionante’ Y que se me haga chiquitititito el corazón.
Firma Carol,
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