Analfabeta de mi
Nos dimos unos días para pensar las cosas, pero no funcionó. Lo único que gane fue una separación de siete días que solamente trajo nuevas y renovadas dudas. Cada vez que creía haber contestado una pregunta, aparecían más y mejores interrogantes, haciendo que mi duda se convirtiera en un monstruo de siete cabezas igual al de la mitología griega, pero más imposible de vencer. Terminé abatida y con las ganas en la punta de una daga que no acababa de matar a ninguno de los dos, mientras hacíamos nuestras cosas como en habitaciones separadas tirando arañazos cada que vez que una nueva hipótesis nos acechaba.
Por eso, hay que tomar
decisiones rápidas sin pensarlo demasiado para no darle tiempo al arrepentimiento,
para no adquirir la custodia de la decisión última. Qué habría dado yo para que
no tuvieras cara de duda mientras me enseñabas tu juego, cuando barajeabas
nuestras posibilidades, en el tiempo en el que tu rostro con signo de
interrogación se reflejaba como un espejo en el mío. Acá desde este lado, en
esta habitación clausurada de ti, en una cuarentena de pensamientos peligrosos
sobre tu pasado y presente, los cigarrillos ya no curan nada. Mi imaginación que siempre ha sido tan buena, se separa como
un resorte de ti trayendo imágenes que me golpean en los ojos jugando un papel
importante en el arte de la tortura. (…) Pero yo no soy capaz de auto-exiliarme
de tu vida, no soy capaz de retroceder en el terreno ganado, no soy capaz de
negarme un placer. Yo que nunca he sabido decir que no y menos a los hombres,
yo que no me voy aunque me corran, que no entiendo con advertencias sino con
amenazas, no quiero decir que no aunque me obliguen. Yo que te quiero con todo
y tu pasado, que te escribo con o sin tu analfabetismo, como un ciego que se
siente dichoso al sentir que ve lo que nunca siquiera ha tocado.
Firma C,
La dicha del amor ciego es una dicha a medias. Hay felicidad en el simple hecho de amar, porque los sentimientos son muy intensos, y hay desdicha en los desencuentros con quien no es precisamente tu media naranja, porque a demás, el sufrimiento se magnifica.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Al leerte puedo sentir la lucha interna de esa ciega enamorada. Todo sensibilidad.
Un abrazo