Feromonas
A veces me parece
que el plástico huele a veneno y también me parece que la primavera o mis
feromonas han vuelto locos a los hombres que me rodean. Claro que si me
conocieran bien no andarían diciendo que harían cualquier cosa por mí pues de
sobra se me nota que me empeño en ser la peor. Me incomodan algunos besos pero
no me niego a mí misma el roce de los dedos porque para mí una mano es algo muy
especial. Anoche un hombre me tomaba de la muñeca y mientras me besaba el dorso
de la mano que parece la de una niña, me decía que él me perdonaría cualquier
cosa. Me imagine destruyendo una ciudad y luego poniendo cara de inocente con
un caramelo en la boca. Construimos de nuevo todo, diría él, pues desde el
inicio dispuso de su poder para complacerme, pero yo no sé si quiero ser reina
de imperios caídos o tan solo gobernadora mis citas de más de cinco horas o de
mis lujos chiquitos.
La voz que
uso cuando necesito pedir algo no sé mezcla con la voz que uso cuando doy besos
de medusa y electrocuto sin terminar de matar. Ahí, en ese momento es cuando
dicen más locuras y están dispuestos a todos y yo hago un drama haciéndome la
ofendida y empiezo a hacer que al aire huela a veneno y me voy convirtiendo en
gas hasta que preguntan cuándo me van a volver a ver. Jamás podría ser de plástico
cuando hay tantos hombres ahí afuera que harían cualquier cosa por cualquiera
sobre todo si tiene manos de niña.
No eres como las demás, dijo sin conocerme
Firma Carol
perfecto!
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