Perú
Para
mi Perú y no Paris es la ciudad del amor. Al Machu Picchu lo llevo adentro y en
estos días, en este invierno que por ahora no se ha vuelto tan importante como
aquel, con este frio inconstante, con los planes a los que aplasta el tiempo,
me acuerdo de esa canción, esa puta canción, que en todas sus versiones me rompe
la piel.
Perú
me enseño del amor lo que no venía escrito en los libros. Fue didáctico y
despiadado conmigo y aunque antes solo conté la historia amarga, estoy a tiempo
de ser justa, porque aquí donde mismo, escribía y planeaba un asalto. En aquel
entonces llevaba cinco meses viviendo en el corazón de un alemán y el frio se
sentía diferente y ahora que he tenido amores más cálidos me doy cuenta que no
era él el frio ni yo la del calor; éramos, sencillamente, dos personas que
tomaban una oportunidad sin tener ni puta idea del cambio climático que íbamos
a provocarnos.
Hasta
ahora los termómetros han asentado su mercurio, al menos para mí. De él no supe
nada hasta que un buen día, se me ocurrió escribirle pero no para saber de él
si no para sacarme a golpes una idea que traía, algo que ahora no viene al
caso.
Todo
lo de entonces conviene contarlo como una historia de bendiciones y maldiciones
y hasta ahorita lo único que me duele decir es que nunca nadie escucho
suficientes veces mi historia, porque yo quería contarla, contarla y contarla
una y otra vez hasta que entendiera que había hecho mal y en que me había
equivocado. Perú había sido para mí lo que para muchos un divorcio, una
perdida, un desempleo o una extracción.
Puede
que haya exagerado pero solo a mí se me caía encima un paraíso que habíamos
creado y que no funciono al pie de la letra para ninguna de todas las partes. El
caso es que todo enseña más de lo que hiere y yo hice lo opuesto a lo que
pensé, deje de escribir. Eso no era bueno pero me alejaba de las cosas y deje
de hundirme en el pasado con el cuento de la nostalgia y el precio de los
buenos momentos y comencé a dejar de lado los paraísos construidos y deje de
imaginar para comenzar a improvisar sin
escribir por adelantado las consecuencias; yo siempre supe que me iba directo a
estrellarme, no me arrepiento y para este corazón mexicano, Perú es la ciudad
del amor.
Firma Carol,
Todo es una elección
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