I told my therapist about you





Ya sé, la carta que no te envie la tengo aquí, muriéndose lentamente dentro del cajón, Dentro de la caja donde guardo medicinas; una especie de botiquín ahoga mis propias palabras. Estoy mejor sin recibir tus noticias, mi psicóloga dice que estoy en la negación, que vos ya no sos el problema sino yo, que tome un papel urgente y desesperado. La última vez que acudí me dijo que la situación no ha progresado, que está bien hacerte literatura pero que no te relea, que no te publique, que te abandone al papel y que te queme. A mi su consejo me parece ingrato, le he leído un par de escritos sobre ti, me dijo que tengo talento, pero que no te debo conservar sólo porque me das material de escritura.
Me miro con ojos de vaca cuando le dije que lo único que me quedaba tuyo era eso, que no tenía entradas de cine guardadas en mi cartera, ni disco ni peluches, ni flores marchitas en medio de los libros. Que no tenía nada excepto tu recuerdo y lo que yo sabía de ti, lo que sospechaba y lo que imaginaba. Me seguía mirando con ojos de vaca mientras me decía que yo era una mujer bastante segura e inteligente para estar hablando otra vez de lo mismo. Me daba a entender que todo lo que habíamos avanzando en cuatro sesiones lo arruinaba con mi melancolía. Que estaba tirando mi dinero. Y mi defensa fue la siguiente: - Rocio, no me puedes culpar, yo no controlo mis sueños ¿Cómo quieres que me encuentre si cada dos noches sueño con él? Me despierto en una tierra desconocida, mi subconsciente me traiciona ¿Entonces debería pagarte para que me hagas regresiones y me borres la memoria? - Científicamente eso no es posible - Las dos sabemos que si - De acuerdo, mi especialidad no es esa, si lo quieres ver de esta forma estoy ayudándote a entender desde el exterior que es lo que pasa y como deberíamos llevarlo a buen término.
Me quede mirando hacia la calle. Era cierto, trataba de ayudarme a entender que pasaba, porque ni yo sabía, pero no terminaba, no comprendía, no dejaba de soñarlo, pero sobre todo, no dejaba de aferrarme.
Firma Carol, Los locos no necesitan loqueros, sólo los confundidos


Comentarios

  1. Esa podría ser mi historia, lo escribo, muchas veces... tantas que no es solo una carta en mi cajón, ya perdí la cuenta.
    Lo que hace la diferencia entre tu historia y la mía es la psicóloga... si hubiera acudido con una, me hubiera dicho márchate a los 5 minutos de escucharme, quizás hasta me devolvería el dinero de la consulta con tal de no verme nunca más por ahí.
    Detesto a los psicólogos, quizás eso sea un caso.

    ResponderEliminar
  2. A mi tampoco me caen bien, y tampoco los uso.
    La chica de la historia si.
    ¿Te imaginas cuanto dinero se gasta la gente en loqueros cuando pueden irse a meter a un bar o a una boutique?

    Saludos mi estimada Verónica

    ResponderEliminar
  3. Creo que de alguna manera te metiste en mi cabeza y plasmaste mi historia de una manera maravillosa, con un toque de amor, algo Dr fantasía y con un lienzo pintado de realidad

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares