Los perros callejeros: son mis favoritos


A veces, en las noches, cuándo estoy dormida… o despierta porqué la diferencia es mínima, me lloran perros que no son míos, en mis sueños me lloran perros que quizá no sean de nadie. Y me da miedo, me da miedo que me ladre un perro y no logre escucharlo, que no logre encontrarlo. Me aterra que puedan estar atrapados entre las pinzas de mis miedos miles de cachorros de mi pasado. Que ellos me busquen y yo no los pueda ver, me da miedo que confundan mi olor con el de otra mujer, que mi voz lastime sus oídos como las sirenas de una ambulancia. No quiero herirlos sin querer solo porque mi vida no va de la manera que quisiera. Ellos no tienen la culpa de tener esa conexión conmigo, que la misma energía que ellos tienen, la tenga yo. Pero tampoco ellos me culpan, al contrario entablamos conversaciones, y a veces nos ponemos de acuerdo del lugar y la hora, me quieren, quizá hasta me adoran. Me lo dice todo su cuerpo, si de alguien he aprendido el lenguaje corporal es de ellos. Una vez le lamí la cara a un hombre, solo para decirle que me gustaba. Los amo a todos y de una forma irracional. Un amor que no tengo con las personas, un amor que solo lo recibo en la misma cantidad con ellos

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