Pasada de copas



Esta historia comienza así, mis tobillos me preguntan por sus hombros… Salgo de la regadera y me acuerdo de él, quizá la toalla o la ropa en el suelo me hacen tenerlo presente. Me pongo a recordar sus cejas y la forma que tienen sus labios cuando se abren y se cierran mientras habla. Me gusta ese instante entre la ducha y lo habitual; entre un simple recuerdo y la poderosa presencia que está a un paso de erizarme el cuero mojado. Lo echo de menos, pero me confunde mi antojo de caricias, porque no sé si lo extraño a él o la simple presencia masculina. Me siento en la orilla de mi cama aún medio desnuda y pienso en su número telefónico, en el número de su apartamento, en el número de veces que me gustaría encontrarlo desnudo en mi cama cuando llego a casa borracha. Me dejo caer sobre la cama y se me antoja su cuerpo, se me antoja enredarme en sus sabanas en un juego de palabras y roces no intencionales. Me imagino asomándome por su ventana saludando con mi desnudez al boulevard, haciendo señas mientras él desde la almohada planea el próximo arrebato. Estoy sonriendo con todo el cuerpo y por eso, lo deseo aún más. Me pongo un dedo en el ombligo como deteniendo una estampida de caballos que destruirá a mí pueblo y pienso -Este puede ser un buen punto de partida-. Me gustaría llamarle y decirle en que he pensado desde que salí de ducharme, que he planeado con él y mis caprichos, a que temperatura esta este cuerpo. le envió un mensaje en horario de oficina ‘Mis piernas están buscando amarrarse a algo, ya ven’ 


Firma Carol, 
Quién solo te admira cuando no estás  
Marzo 2012 

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