Conversaciones inevitables



En los amores de lejos, no tienes que esforzarte el doble, sino el triple- Le dije
Se quedó serio y tomo con una mano el volante del auto y lo acarició como se acaricia a los objetos cuando las cosas no tiene sentido.
Tendrías que quererme el doble.. – continué diciendo- Tendrías que llamarme y decirme tus actividades del día para sentir como si estuviéramos cerca y yo compartiera tu vida contigo.

Me dio tristeza decir eso, aunque sé que a él más, yo sonreí como sí mi comentario ése tuviera algún consuelo.
-No es justo- dijo mientras recargaba su cabeza en el respaldo y movía un pie en señal de, no sé, en señal de desesperación. Yo estaba inmóvil, pero lo veía fijamente porque hablaba poco aunque yo sabía que sentía mucho.
- No es justo que te quedes aquí y que yo me vaya sabiendo que me sentiré más solo que nunca y que voy a desear día y noche tenerte ahí conmigo-
Me hizo temblar. Le agarré la mano y se la apreté. No quería echarme encima de él y apretarlo hasta que desapareciera porque eso habría parecido una despedida y yo no las soporto. Y si hubiera sido así habría dado por hecho que iba a marcharse. Y la otra ciudad iba a hacer mi enemiga y todo lo que conllevará eso. Todas las personas que conociera y todos los lugares en los que estaría, todo eso sin mí. Porque yo no me podía ir y él no se podía quedar, y el único punto intermedio era querernos así, de lejos, en ese momento lo vimos como el mejor remedio, pero es la peor enfermedad.




Firma Carol
Primero te enganchas y luego te vas.

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