Hombres y la costilla compartida







Hay hombres que no me inspiran.
Pero hay otros, que me inspiran para hacer diferentes actividades.
Por ejemplo, hay algunos que se me antojan para ir a cenar a un restaurant
Elegante, y salir tomados de las manos.
Hay otros hombres, en especial, con los que me iría a su apartamento
A cocinar, que son los mismos que me inspiran a tomarme una botella 
de vino en sus brazos al calor de un buen blues.
Hombres con los que sólo me tomaría una cerveza y hablaría sobre trabajo
Y cosas sin importancia. Y tal vez al final, nos besaríamos en el asiento 
trasero de su coche.
Hay otros a los que a veces les llamo para leerles poesía a las 2 am y 
de larga distancia. A esos mismos a veces, con suerte, me los topo en
el aeropuerto correspondiente, y nos escapamos juntos.
Hay ciertos, que ya no volveré a ver, pero que me siguen gustando.
Cómo un recuerdo que le agrada y le excita a la memoria.
Otros hombres, no muy hombres de los que sólo recibo mensajes que 
tienen un poco de amor y pasión, pero nunca han tenido el valor de 
buscarme.
Esos hombres me inspiran a veces cuando tengo que escribir, sé que se los
han topado entre mis escritos, y que bueno, ya se han de imaginar lo 
cobardes que son.
Hay otros hombres que son intocables en mi lista de caballeros, porque 
ustedes, saben, todas tenemos una lista. Esos hombres me inspiran algo eterno,
uno de ellos el suicidio, otro la máquina para regresar el tiempo.
Hay unos hombres que me dan ternura y hay otros que me seducen; 
quisiera enredarme en las sabanas toda la mañana con ellos.
Con unos cuantos comparto la regadera o el desayuno, qué es casi lo 
mismo.
Pero él, si me permiten decírselos, él me mata
y hace que los demás hombres, no tengan mucho sentido.


Firma Carol

Devorahombres sin remedio


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