No te fijes en lo tirado.
Ahora
pienso en nosotros como si tuviéramos
otra
oportunidad, como si despertará en un nuevo
plano
en el cual tú estuvieras construyendo una
tirolesa
para llegar hasta a mi;
y
espero tu mensaje, y espero tu encuentro.
Vuelvo
a creer en nosotros y a recordar lo bien
que
se siente caer en la telaraña de lo ocurrente.
En
las grandes diferencias de nuestros sistemas,
o
de como las palabras que nos salen se
acomodan,
como
los dedos de los pies se acomodan cuando
entran
a la bota. Es verdad que cada vez que miro
una foto tuya hago ojos de perro cuando ve
una
chuleta o un pay de cajeta.
Es
verdad, mi amor, que me gustas de acompañante
para
la boda de septiembre, o de cazador para
la
próxima temporada. Yo sé que también me quisieras
para
tus domingos, de esos en los que te quedas
tirado
en el piso con las patas en el sillón tomando
una
nieve de limón, o para cuando a la madre naturaleza
le
pega la melancolía y hace que nos llueva como
para
callarnos la bocota.
Nos
gustamos para andar tapando las goteras con
tazas
cada tres metros, pero quien sabe porque no
sé
nos hace, quién sabe…
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