Nadie te obliga a irte por la mañana
Están
en un pequeño bar de la ciudad en el que habían coincidido un par de veces,
Los
coqueteos clásicos fueron, son y serán y siempre los más efectivos para los jóvenes
apasionados.
El
contacto visual entre ellos, era igual a estufas de leña en pleno invierno. Él
le sonrie desde el escenario, Ella sólo lo ve a él.
Mientras
avanza la noche y con el deseo acumulado de varios días atrás. Deciden
Por
cuentas separadas, - pero en la misma jarra de whisky- que esta vez no sé
dejarían ir.
Al
final, por las copas, o por la testosterona.. él decide acercarse a hablar.
-
Es la primera vez desde que vienes, que cambias la cerveza por el whisky
Ella
se ha quedado helada tratando de no decir ninguna tontería y quedar como una
gran idiota
-
Bueno, ese no es ningún pecado- le contesto
Se dijeron sus nombres y a pesar de los múltiples
distractores que hay en el ambiente, logran salir juntos del bar sin
interrupciones. La gente planeaba como seguir la noche, los instrumentos ya
estaban en los coches
-
Tengo una botella de ron en casa por la mitad, me gustaría que vinieras,
si es que no tienes mucho sueño
Ella sabe que en ningún planeta, las cosas
funcionan bien cuando se hacen apresuradas. Ahora, no sabe cómo decirle que sí,
sin parecer ansiosa. Y al mismo tiempo, piensa en todo el valor que él tuvo que
reunir para hacerle tal invitación.
Se deshizo de su amiga y finalmente se fue con él.
Aunque aún no estaba segura de la decisión, recordó todas las veces que quiso
hacer algo bien, con un orden cronológico estricto y de todas formas salieron…
bueno no también. Lo único que pensaba más, era su duda sobre qué tan borracho estaba
él. Aunque no sería la primera vez que se iría con un loco.
(...) Continua
Firma Carol,
No sé escrtibir historias, siempre terminan pareciendose a mi
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