Hay más de un cristal que nos separa
Acababa de
cruzar la puerta y se detuvo, se recargó en unas cajas y se quedó mirándome, yo
ya lo esperaba desde las tres, se veía muy guapo; esa fue la primera vez que me
pareció apuesto. En ese momento me di cuenta que ya me estaba acostumbrando a
su cara, a sus ojos grandes y negros, y a su sonrisa que en ese rostro tan
duro, se veía luminosa. En cuanto entró me encontró con los ojos, cuando yo ya
daba la segunda vuelta con la mirada al panorama, ahí estaba, viéndome sin
disimulo. No sonreímos, ni hicimos ningún gesto, solo nos miramos directo a los
ojos, intercambiamos algo. Es esa comunicación perfecta para la que no hay que
tener secretos ni cuidado, donde no hay edad y el único dialogo es el que uno
interpreta en base a lo que ya siente. Nos dijimos tanto… pero sobre todo había
mucho que leer entre líneas. Cuando se aproximó ya venía sonriendo y a mí me
temblaron las manos y creo que él se dio cuenta. No podía separar un papel azul
de un papel blanco. Cuando me habla hace
muchas pausas, no sé si lo hace siempre, es decir cada vez que habla, o lo hace
solo para alargar las conversaciones y detener el tiempo cuando está ahí. “¿Por
qué no había venido?” le pregunté, pero entonces ya no estaba tan cerca de mí,
quizá a dos metros, eso sí, porque en ese momento sentí la cobardía que produce
la proximidad. “Ha estado todo muy calmado- me dijo- ¿Me extraño?” Y todavía
sonreía y toda la luz que entraba por la ventana que estaba detrás de él me
encandilaba. “Yo tampoco vine. Soy bruja, no sabía que no había venido”. Y le
hice una cara, la recuerdo muy bien, que era una versión tímida de mi cara de coqueta.
Ahí se suspendió el dialogo pero sabíamos que lo continuaríamos otro día, que
ese no era un tema cerrado, se marchó y antes de salir todavía me dio otra
mirada y puso esa cara seria, implacable, esa mirada de criminal propia de su carácter.
La siguiente
vez que vino hacía a mí, otro día; me aproxime con la mitad del cuerpo apoyado sobre el
vidrio que nos separaba y con voz baja le dije “¿Y si le hubiera dicho qué si?¿Qué
si lo extrañe?”
Me miro, pero era otra mirada diferente, como si estuviera tratando de averiguar algo, como si me dijera -No juegues conmigo-.
“Le habría dicho que me habría gustado venir antes, y que yo también la eche de menos”. Dijo, también tocando el cristal que nos separaba.
Me miro, pero era otra mirada diferente, como si estuviera tratando de averiguar algo, como si me dijera -No juegues conmigo-.
“Le habría dicho que me habría gustado venir antes, y que yo también la eche de menos”. Dijo, también tocando el cristal que nos separaba.
Firma Carol,
tengo algo poquito, pequeñito, casi invisible de bruja.
Comentarios
Publicar un comentario