El día que nos reconocimos entre la gente


Estuve pensando en ti y en la diferencia entre tu pecera y la mía, la vida no nos regaló demasiadas cosas en común,  y ahora no estamos en condiciones de exigirle una revancha;
Basta ya con el hecho de habernos encontrado aunque sea solo para encontrar las cien diferencias que exige este juego cruel. En la línea del tiempo yo enmarque primero tu nacimiento mucho tiempo antes que el mío, ya no digamos que todo ese tiempo lo pasamos bajo distintas circunstancias que nos obligaron a ser otros. De todas formas yo sé que en el fondo nos parecemos de tal manera que cuando me viste y me seguiste viendo me reconociste en medio de otra circunstancia mayor que se llama mundo. Yo también te reconocí pero de otra forma diferente, quiero decir que me hiciste pensar en ello cuando me dijiste que tenía bonitos ojos. Supe que no te referías a la forma, al color o al tamaño sino a la perspectiva que tengo sobre el mundo. Está claro ahora que nosotros no somos los del problema sino aquellos quienes ponen las reglas, porque tú y yo no estamos para ponerlas sino para descumplirlas. Me lo dicen tus ojos y el tatuaje detrás de tu cuello cada vez que vienes y cada vez que te das la espalda.
Tienes esa forma sublime de decir –Estoy aquí y dispuesto a esperar a que cambies de opinión-. Como si mi opinión fuera mi primera objeción y no el hecho de ser una caprichosa de mierda. Claro que eso no lo sabes tú y que parte de mi capricho también es que sé que cuando salga estarás ahí, dispuesto a cogerme en brazos para cruzar el umbral invisible de la oportunidad. 


Firma Carol,
Mi pecera ya no tiene suficiente agua para darte refugio.



Comentarios

Entradas populares