Estatuas humanas color cobre






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Después de días supe de ella, me entrego una pequeña nota entre las botellas de aceite que compre en ese día. ‘Mañana a partir de las seis, búsqueme en la feria, lo estaré esperando’. El corazón entero se me quería salir del pecho de los brincos que daba en mi interior, me temblaron las manos y yo supuse que era de alegría. No tuve tiempo de pedirle una pista o el color de la ropa que usaría ese día. 
No pude dormir esa noche, los pensamientos revoloteaban sobre mi cabeza. La duda me hacía girar en mi cama, pensaba en como la encontraría, pensaba en qué pasaría si entre la multitud se me escapaba y en como soportaría volver a casa con las manos vacías. Los pensamientos negativos también acudieron ¿Y si me estaba tendiendo una trampa? ¿Si quería enloquecerme entre las luces, el sonido carnavalesco y mis ansias de tener algo de ella?.  Esa noche nos soñé, nos soñé conversando dentro de una carreta, soñé que en la primera estación de la decepción se bajaba y se iba, que yo trataba de seguirla corriendo entre la calle, la gente y los señalamientos, y que al doblar en la esquina de mi sueño, ya me encontraba en otra ciudad, otra ciudad lejana a ella.

Llegue antes de la hora y me coloque en la entrada esperando que cruzara y atraparla para siempre. Pasaron más de quince minutos cuando decidí internarme en el corazón de la feria. Pensé entonces que me había ganado el tirón, que mi plan de interceptarla en la entrada estaba muy por debajo de su intelecto, ella era la dueña del juego y yo era su títere, desde el principio me involucro en su juego romántico primero pidiéndome que le escribiera y después pidiéndome que le encontrará en medio de un desastre social. Si no hubiera querido que yo hiciese esa compleja búsqueda me habría pedido que nos viéramos en un lugar más específico, pero estaba claro que el juego le divertía, verme de lejos, quizá desde lo alto de la rueda de la fortuna para burlarse de como la buscaba desesperando entre los vendedores de pan y los globos. Por lo tanto, ella había previsto lo obvio, no cruzaría la puerta a esa hora sabiendo que yo podría interceptarla ahí y de ese modo tan fácil. Temía quedarme parado como un imbécil entre el carrusel y la casa de espantos hasta la media noche. Agudice mis sentidos sobre todo la vista, caminaba lento y le dedicaba a todos los cuadros un segundo, registrando el lugar esperando que nadie se escapará de mi vista, la busque en las filas de los juegos mecánicos, entre los cocteles de piña y entre el olor a pan de dulce, procuraba caminar hacía las multitudes porque sospechaba que no la encontraría aislada, tuve varios espejismos y la vista me engaño natural y muy apegada a mis deseos. Cuando buscas demasiado algo, de pronto todos los objetos se parecen a ese  y terminas corriendo hacía el objeto falso perdiendo tiempo en encontrar al auténtico. Una mujer que pasaba caminando rápidamente y que parecía esconderse detrás de un par de algodones de azúcar se me antojo parecida a ella y la seguí. Entro a la casa de los espejos y la fila me detuvo perdiéndola de vista por un momento.     Me ocultaba para que no me viera detrás de otra pareja que parecía aprovechar también la aglomeración. Me tomaron unos minutos para darme cuenta de que no era ella y para arrepentirme de haber perdido el tiempo ahí dentro; cuando mi mujer semilla me esperaba impaciente allí afuera. Salí casi corriendo, ya no sabía a donde ir y comencé el recorrido desde la entrada de nuevo. El único mapa que tenía eran mis ganas de verla. Parada frente a una estatua humana que imitaba a un indio apache, con una mochila de mezclilla colgada del hombro, miraba fijamente y a los ojos al sujeto cuyo cuerpo completo era del color del cobre. Unos segundos me quede mirándola, la imagen era hermosa pero tuve que interrumpirla para no perderla de nuevo de vista  y me pare junto a ella.

-          ¿Por qué me ha citado aquí?- le dije
No me volteo a ver, seguía inmóvil viendo al único que podía presenciar nuestro encuentro y quien no opinaría demasiado debido a la naturaleza de su oficio.

       -        Se llama camuflaje- me dijo

(...) 





Firma Carol,
Les comparto otro fragmento, 
uno de mis favoritos, 
una historia alterna a la que corre, 
un suceso en el que la imaginación y la oportunidad se unieron. 

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Saludos! 

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