Fragmento II







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Pienso seguido en la muerte. A veces despierto con la sensación de que me persigue. Cuando me subo a mi camioneta y encuentro algo que no es habitual ahí siento que alguien estuvo dentro, alguien que no era yo; siento una energía casi sobrenatural. La muerte para mí es un poco distinta, no se representa en los objetos comunes con los que la gente relaciona las cuestiones fúnebres. Por ejemplo, no pienso en muerte cuando veo un moño negro, no veo muertos cuando me he llegado a poner un listón de ese color en el cabello ni significa luto para mí en ninguna de sus presentaciones o demostraciones públicas. El luto para mí es diferente y no lo celebro de manera convencional, recuerdo  haber hecho honor a alguien ya ausente con una canción, una canción significativa, un brindis o mejor dicho un artesanal choque de cervezas, quizá con un poco de lágrimas también, incluso con un tatuaje podría celebrar la valiosa e inolvidable presencia de alguien, pero no de otro modo, no rezando diez días seguidos o los que sea que marque la tradición, no yendo a la iglesia. En los últimos años me he dedicado a escuchar su canción con especial cariño, a jugar cartas como el me enseño y como me habría enseñado, y eso para mí basta para hacerme presente y hacerlo presente a él, no necesito recordar aquel día como tal, puedo recordar otras cosas más importantes, eventos, nostalgias o fotografías. Por eso es que la muerte significa otra cosa para mí, la muerte se me ha hecho presente varías veces según mi delirio y mi situación espiritual, por ejemplo una vez camino al banco, caminando por la acera tranquilamente me llego un peculiar aroma a flores, sentí que me iba a morir, así sin más, sentí que me desplomaría felizmente en el pavimento, camine dos cuadras más y seguía oliendo a flores, y no estaba cerca de ninguna florería ni tienda de perfumes, ningún olor normal y corriente me habría alcanzado hasta ahí al paso que iba, ningún olor real; y así todo el día sentí que me daría un infarto, que me caería el techo encima, eso sí cuando cruce la calle lo hice con mayor precaución de la habitual, no quería morir a pedazos ni llevándome entre las patas a un pobre conductor. Eso me recuerda que las ambulancias me provocan más miedo que los funerales, más terror y más angustia, una ambulancia es muy distinto a una carroza, los dos son medios de transporte pero no transportan lo mismo (...) 




Firma  Carol,
Les comparto un fragmento de mi manuscrito, hoy llegue a la pagina noventa y cinco y estoy muy feliz 
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