Cerrar los ojos para volverlos a abrir



.....En cuanto lo distinguió se llevó la mano derecha al pecho. Cerró los ojos por un momento para quitarse la imagen de la cabeza. Es extraño aquel reflejo que no tiene lógica pero que seguimos haciendo sin importar que edad tengamos. Cerramos los ojos cuando quisiéramos borrar algo, Melina cerro los ojos para dejar de ver algo que le dolía siendo que la pena no estaba en los ojos sino en su corazón y en el recuerdo que guardo su mente. El perro blanco no dejaba de aparecer incluso cuando la escena ya estaba muy lejos y por lo tanto se supone, la imagen habría desaparecido. Cerramos los ojos cuando quisiéramos borrar algo un recuerdo indeseable que viene de vez en cuando, entre el azar de las memorias, como una equivocación del momento o una sonrisa burlona del pasado. Ese recuerdo llega desangrándose al presente, como cuando al lanzarle un hueso a un perro, vuelve con una paloma gris en el hocico. Cerramos los ojos volviendo a la ilógica anterior de que el recuerdo no se encuentra como una película frente a los ojos sino como un guión destartalado de la muerte en el que se presenta como tercera persona.
Es extraño ese reflejo de cerrar los ojos cuando algo estremecedor nos pasará, caer en la pendiente de una montaña rusa, la emoción de escuchar un resultado, el cobarde momento en el que una aguja se acerca a nuestra piel o la inevitable explosión de un orgasmo. Sin embargo es aún más extraña aquella tendencia por cerrar los ojos durante lo que uno quiere que dure un recuerdo. Los cerramos como así invocáramos una máquina del tiempo más eficaz que una fotografía, los cerramos cuando estamos en medio de un brazo y es extraño que uno piense que así podrá durar más. Héctor cierra los ojos cuando por enfrente de sus ojos todavía abiertos aparecen los manos de Melina de entre la oscuridad y lo toman por los hombros, su recuerdo es tan corto que cerrar los ojos no le sirve de nada porque cuando lo hace ahí termina su deja vú. Melina nunca cierra los ojos cuando hace el amor con algún hombre, siempre los mira a los ojos porque está segura que en cuanto baje los parpados su mente la llevará a otro lugar y tiene miedo de que cuando regrese, vuelva con otro hombre en las pupilas. Otros no cierran los ojos porque sienten que se perderán de algo importante para la vista. La vista sin duda es uno de los sentidos que más extrañaría y quizá por eso mi fijación por la manía de explicar aquel extraño cerrar de ojos. 


Firma Carol, 
Esté es otro fragmento de mi manuscrito, espero que lo disfruten. 





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