Para aprender de ellos
En una situación
complicada, a veces no se necesita el consejo de un amigo sino el simple
comentario de alguien que haya pasado por lo mismo. Pedí un par de consejos a
algunos de mis amigos más cercanos y me sorprendió la respuesta. Me preocupe de
saber si yo alguna vez, sin consciencia, había dado un consejo con tan poco
tacto como los que yo había recibido. Me sentí resentida pero de una manera
diferente, no podía exigirle recomendación alguna a alguien que no se había
aventurado en lo mismo en lo que yo emprendía. Sin embargo, con las
coincidencias que ofrece la vida, encontré a alguien que me lo preguntó desde
el primer momento, como si la duda se me notara en la cara, como si tuviera un
letrero que indicaba –ayuda- y aunque era alguien ajena a mi vida personal; se
lo conté todo.
Le brillaron los ojos
mientras me contaba su historia que en cierta parte, iba paralela a la mía,
sentí que podía volver a sentirlo porque sonreía cada vez que recordaba algo y
lo iba agregando a la historia. – Dime todo lo que sepas- le dije, para que me
diera las conclusiones que le había dejado la vida con esa relación que había
tenido. – Son mujeriegos y mentirosos. Son protectores pero también, de cierto
modo, por su trabajo y el estrés en el que viven, siempre están desafiando a la
muerte- .
En cada descripción asentía tratando de
relacionarla con el hombre que conozco. – Hubo una vez en la que me llamo y me
dijo “Sólo quería escucharte, y decirte que está vez es la clase de vez que te
diga que no se si vuelva”, y yo me quede helada y luego dije “Porque me estoy
preocupando por este cabrón, si no es mi esposo ni nada”, pero me preocupaba
porque yo lo quería y él me quería a mí, a pesar de todo y a pesar de nada-
Ella no paraba de
decirme que tuviera cuidado, que hablará con él para que me dijera la verdad de
su vida, para saber dónde estaba pisando y como seguir pisando. De todas las
veces que me dijo que tomará precauciones supe que me lo decía para no ser una
adulta irresponsable, que le daba un consejo incompleto a alguien como yo (a
alguien como yo que siempre termina haciendo imprudencias). Sin embargo al
decirme todo con una sonrisa (que brillaba por el recuerdo y destellaba por la
nostalgia), también me decía que necesitaba hacer eso, que lo hiciera para no
arrepentirme pero que todo iba bajo mi propio riesgo, que me acercará pero no
tanto, que me alejará pero solo lo suficiente.
– Te puede romper el corazón, pero en
realidad cualquiera puede hacerlo- me dijo- Vas a aprender mucho con él,
probablemente apareció para que te sucediera-.
Yo amo aprender, y
para aprender de los hombres, hay que salir con ellos, (aunque sean unos hijos
de la chingada). 
¿Quién soy yo para rechazarte por lo mismo
por lo que me gustaste tanto?
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