Un beso que rasca donde nunca estuvo
Ese maldito beso que no nos dimos, se convirtió en
enfermedad. Anoche los dos nos soñamos y a primera hora de la mañana nos lo
dijimos. Qué extraña sincronía hay en nuestros subconscientes y que brecha tan
grande nos separa no podernos comunicar a tiempo.
Aquel beso que tu querías darme ese viernes es el mismo
que no he podido darte hasta ahorita y
que se ha convertido en una fiebre extraña que me ataca a deshora. Y a deshora
significa que me ataque cuando estás lejos o mejor dicho, cuando no tengo ni
puta idea de donde estás.
El beso de la discordia, el mismo que no me deje dar en los
labios y termino en mi cuello; me querías cortar la yugular como castigo, y me
deje sin querer dejarme. Esa noche me cosquilleo la garganta hasta que me fui a
la cama y me quede acostada como una damnificada del poder, el poder que tuve
de atraerte hasta mí, el mismo poder de mi mala suerte por llegar a destiempo a
tu vida. Todo en mi vida se vuelve contraproducente, hasta ese beso, más ese
beso, ese que no te di.
Como me arrepiento, ahora estoy como tú, sintiendo igual que cuando te fuiste sin esa caricia de mi parte, la caricia más importante de todas quizá. Me dijiste que irías hasta donde estuviera por él, y ahora yo siento que haría lo mismo, que me merezco este trayecto infernal que se ha convertido ese beso invisible.
Como me arrepiento, ahora estoy como tú, sintiendo igual que cuando te fuiste sin esa caricia de mi parte, la caricia más importante de todas quizá. Me dijiste que irías hasta donde estuviera por él, y ahora yo siento que haría lo mismo, que me merezco este trayecto infernal que se ha convertido ese beso invisible.
Hay un beso invisible que nos separa, un beso que rasca en
donde nunca estuvo, un airesillo frio que recorre los espacios intactos de la
piel. Me habría imaginado, por ejemplo que un beso entregado y consumado, me
mortificaría más. Primero, por no obtener la repetición de este; segundo, por
no poder olvidarlo; tercero por aferrarme a lo imposible; pero nunca pensé por
ejemplo que no te besaría cuando me lo pediste, nunca pensé por ejemplo que los
besos tendrían que pedirse, no pensé por ejemplo que ese beso se alargaría
tanto, tanto, tanto, tanto, que tendría que llamarte y decir – Mi boca sabe a
whisky, ven a darme ese maldito beso, solo uno y luego nos podemos olvidar
Firma Carol,
actualizado desde lo más ebrio de mi corazón
solo tu puedes traducir lo que dice mi corazón...
ResponderEliminarSaludos Carol.
Veronica! Ya te extrañaba, un abrazo :)
ResponderEliminar