Campos minados y canciones
Hay cárceles llenas de palabras nunca dichas y yo estoy viviendo en una de ellas. Nuestro error fue que lo que teníamos que decirnos no nos lo dijimos pensando que si hablábamos íbamos a agravar y alargar la despedida. Al final resulto que las palabras importantes que tuvimos que haber intercambiado, quedaron enterradas bajo una pequeña capa de tierra actuando en la memoria como un campo minado. No creas que a mí no me ha pasado que me explota en los oídos alguna canción que ni siquiera tiene que ver contigo, pero que yo en el fondo pienso que tiene sabor a ti.
Algunos cometemos el
error múltiple de pensar que ver a alguien para cerrar un círculo en persona,
resultará contraproducente para nuestras intenciones de acabar con algo. Los
mismos que creemos eso, al final terminamos decidiendo que es mejor cortar las
cosas de un tajo, para que la velocidad y la violencia con que deja de ser algo,
cauterice el pasado y no duela tanto, pero sobre todo que ya no reviva. Yo cometí esos dos errores contigo, porque no
era capaz de tenerte de frente como muy pocas veces te tuve, pero sobre todo lo
que no podía era decirte adiós. Habría tenido que haber ensayado cien veces mis
razones, razones que ni yo mismo conocía con seguridad; habría tenido que
haberme convencido de mis propias mentiras, para que el final no te rieras de
mí y terminarás diciendo con la cabeza gacha, como si siempre lo hubieras
sabido, que era un cobarde y que me había quedado grande la yegua.
Sé que te ofendí por no
tratar de ser otro y que fue peor defenderme diciéndote que lo que no hice fue
para no quedarte mal, pero tú ya sabes que el más afectado fui yo porque vi de
frente lo que no era capaz de hacer y lo que ni siquiera por mí mismo haría,
porque tú me aceptaste como era y como no era, y eso yo lo valoro tanto que
cuando me dijiste que no me querías sentí un gran alivio. Como no seré de
pobre, que el peso de tu cariño me habría dolido más si me hubieras dicho
que ya era tarde, que ya me querías como se quiere a un pobre diablo.
Ahora me resisto como
se resisten los miserables, sin nada que hacer pero queriéndolo hacer todo. Yo
que no me dejo caer hasta tener la otra cuerda segura, me sorprendí de mismo
diciéndote que ya tenía mis planes hechos; pero en ese momento no había nada
tan seguro en mi vida como el hecho de que quería que tuviéramos algo. No sé
cómo pensabas que podrías ignorar mi pasado si ni siquiera yo mismo he podido
escaparme de sus últimas consecuencias, porque deje personas regadas en mi vida que no me
van a dejar nunca ser de alguien más y menos de alguien como tú, que eres gran
cosaFirma Carol,
tan poquito pero suficiente
Comentarios
Publicar un comentario