Buen viaje



Sabía que conocerlo, sería un gran viaje y para amortiguar el difícil trayecto, comenzó por imaginar lo que esperaba encontrar en él. Quiso ser dura restándole virtudes y sumándole defectos, lo percibió a su antojo. Estaba convencida que para poder llegar a él, no bastaba con mirarlo, no bastaba con saber su nombre o lo que había sido y era hasta hora su proyecto de vida. Necesitaba tocarlo, mirarlo por todos lados y con detenimiento igual que se mira a una escultura. Debía acercarse para verlo a través de la lupa de sus expectativas y luego asentir y acaso darle una mordida en la barbillas. Pellizcarle un brazo, rasguñarle las piernas, arrancarle un vello del pecho o del ombligo. Llevarlo a algún lugar conocido y a otro ajeno, voltearle la jugada, taparle los ojos, acariciarle la palma de la mano, apoyarse de su hombro para subir un escalón, caer a propósito y sentir como sus manos la levantaban. 
Para conocerlo debía hacer todas las ocurrencias que le surgieran en la cabeza, gritarle desde lejos, llamarle a deshoras, emborracharlo, hablar de temas importantes al calor de una copa de vino para poder finalmente, probar su boca. Sí acaso eso no le resultaba suficiente, debía verlo dormir, tenderse sobre su lado, ponerlo a leer en voz alta, inventarle un acertijo que resolviera el candado de su blusa. No era preciso que todo eso sucediera en un día, ni siquiera en dos, ni de chiste en tres, se tomaría el tiempo necesario para que el mismo día que le gritará en la calle fuera el mismo en el que se escaparan a un lugar ajeno, pero diferente a la noche en que una copa de vino los ayudaria a confesar el destino que nadie les había anticipado.
Una cosa los llevaría a la otra y sabía, en el fondo y bajo el peso de su experiencia que nada de lo que ocurriera necesitaría de un esfuerzo extra, ninguna obligación, ningún falso patriotismo. Sin embargo, lo realmente difícil sería el comienzo, cómo iba a introducirse en su vida, qué carta de presentación usaría, cuál de todas las técnicas sería la mejor para que la proximidad funcionará. Empezar por conocerlo iba a ser un gran viaje, esa clase de viajes a la que no se va sin recursos, acaso sin expectativas. Lo único que quería era que alguien le deseará una estancia placentera y que le dijeran qué precauciones tomar. 

Firma Carol, 
bla bla bla, ni yo me aguanto sola 

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