Amores domésticos, desastres naturales





En las noticias han dicho que hay probabilidades de que ocurran ligeros tornados. No sé qué riesgo represente la palabra –ligero- pero sin duda, he pensado que algún techo puede caer en una casa ajena. Pensé en enviarte un mensaje que dijera –En las noticias han dicho que hay probabilidades de que ocurran ligeros tornados. Me preguntaba si quisieras pasarlos conmigo-. Ya sé que no se trata de una fiesta, pero me causa la misma emoción que decidir pasar con alguien la fecha del fin del mundo, allá por el dos mil doce.
Lo que quiero decir, es que lo de nosotros me recuerda a un desastre natural. Un desastre en el que la palabra –ligero- solo podría acomodarse en medio de la frase: Nosotros estamos ligeramente encaprichados en adornarnos la vida mutuamente.
Ahora estoy segura que tú sin saberlo andas por ahí adornando más vidas de las que te imaginas con tu aspecto de venado (una conclusión a la que acabo de llegar mientras escribo esto). Tienes una altivez y unos ojos como envenenados. Quizá por eso la relación entre tú y los venados. Una mirada letal que hipnotiza, una belleza que en medio de un bosque paralizaría a cualquiera. La primera vez que te vi yo me paralice igual que un cazador se paralizaría con la impresionante imagen de la anatomía de un venado cola blanca en peligro de extinción. Sin duda, yo me habría ido sin poder matarte. Lo que es verdad es que dentro de todo, del bosque y de las leyes morales, lo único que disparé fueron mis propuestas para hacernos de un amor doméstico.
Bajo esa tu naturaleza, yo quedé sorprendida en que por las mañanas intentarás conquistarme. Quiero decir que lo habitual es que alguien intente seducir por las noches, bajo los dominios de la magia de la oscuridad y la media noche. Fue ahí cuando quedo claro el desastre natural, la sospecha de que algo poderoso ocurre cuando por ejemplo, las estaciones invaden los periodos de sus hermanas, la tierra comienza abrirse donde nunca se había conocido un terremoto, cuando las aves se alejan a deshora bajo razones que los humanos no comprendemos. Yo no comprendía porque te acercabas por la mañana y te alejabas por la noche cuando todos se aproximaban por la mañana y desaparecían por la noche.
Al final me habría decidido en escribir un mensaje que dijera –Yo me ofrezco para cuando se te antoje algún fenómeno natural, epidemia o tragedia. Yo sería feliz contigo en cuarentena- 


Andas jugando con fuego.

Firma Carol. 



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