Su corbata contra la tuya



Ven conmigo para no ir con otro. Si dices que no otro dirá que sí y yo elegiré un vestido pensando en él. Cuando tenga el vestido puesto y me pare frente al espejo, inevitablemente miraré mi trasero que está mejor que nunca y lo más probable es que decida ponerme tanga y pensaré en él, en ese otro que no eres tú. Si elijo el vestido que tiene el escote infinito en la espalda tal vez me quite el sostén y más de una persona lo agradecerá cuando baile, cuando me incline por una copa para brindar, cuando presenté a mi acompañante que no eres tú. 
Me maquillaré y mis ojos quedarán como los de un felino y toda la noche le voy a pestañear como mariposa en la cara hasta que la vista, la pista, las copas y las otras mujeres desaparezcan de su mirada y sea yo la única en su panorama nocturno.
 Elegiré unos tacones tan sensuales que va a pensar en que podría dejármelos puestos incluso cuando ya me haya quitado la ropa. Usaré el perfume que te gusta pues es el que suelo usar para ocasiones especiales y voy a ir dejando por el aire la sensación de que querer pasar toda la noche sobre mi espalda y sobre mi cuello, tal cual tú has dicho que te pasa.
Él se verá tan bien como tú te verías con traje y en cuanto lo vea, sé con seguridad que me dejaré caer en su corbata, que me colgaré de su cuello para bailar un vals imposible. La gente mirará que reímos, que nos estiramos sobre nuestros cuerpos mientras un dos tres, un dos tres. Me llevará de la mano devuelta a la mesa y sacará la silla para que mi escote, mi trasero y yo nos sentemos junto a él a cenar. El mesero me traerá lo que le pida y el estará satisfecho de que yo beba con la confianza de que con él la noche es segura, de que si es necesario me sacará cargando igual que una princesa a la que se le han pasado las copas en una noche de gala.
Si dices que no otro vendrá conmigo y tú estarás en casa mirando la hora pensando que acontece en la otra mitad del mundo dónde estoy yo. Imaginarás su cara, su facha, su edad y sus intenciones. Te estarás preguntando si ya habré llegado a casa, si habré atrapado el ramo, si nos habremos quitado el betún de los bigotes a besos, si habremos bailado solos y apretados en el quiosco olvidado de la esquina, si habremos paseado de la mano entre los árboles frutales y si dejamos ir ,pidiendo un deseo romántico, una lampara de cantoya.

Nos sentiremos tan dichosos, tan satisfechos de estar ahí que no querremos que la noche acabe y al calor de nuestro aliento alcohólico nos propondremos esperar el amanecer juntos y ahí comenzará el juego de palabras, la seducción. Yo diré que sí y el dirá sí dos veces. Si no vienes conmigo terminarás comprando licor y te tumbarás en el sofá de tu casa sucumbiendo bajo los efectos de la imaginación y los celos y yo ni siquiera me acordaré de ti. 


Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve con vestido de noche
Carol. 

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