Jardines minúsculos
Llego un momento en el que no sabía cómo acercase a la
gente. En específico a la gente que quería conocer. No sabía con cuál de todas
las facetas debía presentarse; si era mejor hacerse la enigmática hasta que él
se le acercará; si era mejor ser una coqueta y dejarlo sin salida y soportar
bajo ese término lo que él fuera a opinar de ella o si tan solo debía dejar que
las cosas pasaran así cuando pasan como no queriendo la cosa.
Si iba a ser buena tenía que dejarse flotar como un ángel,
apenas tocando las cosas y apenas dejando en el aire el tenue aroma de quien
quiere cometer un pecadillo pero espera el momento adecuado. Si iba a ser mala
tenía que ser mala desde el principio y hasta el final, acercarse como una
amenaza y alejarse como un castigo, proponer y dejar colgado a un corazón o dos
y entonces subir a la tierra a recolectar lo que había sembrado. Algún
caballero que se doblará de rodillas por ella, algún fan que la cuidará de
reojo, algún viejo amante que no sabía cómo volver a ese jardín minúsculo del paraíso.
Llego un momento en el que no sabía cómo disolver la
maldición de ponerle los ojos encima a alguien, pues una vez que le clavaba la
mirada a un pedazo de cuerpo ya no había forma de que esté se salvará de ella,
aunque no supiera como acercarse para ser común, ni ángel ni diablilla.
I was born to love every man who crosses my eyes
Carol
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