Para venganzas, vos




A veces no entiendo tu risa cuando aparece detrás de algo significativo que has dicho. A veces no entiendo cómo puede caber en tu corazón tanto sarcasmo, cuando dices sin miedo que los perros de tu abuela siguen en tu casa porque a ellos no se los llevo la muerte, cuando juegas a decirme que matarías por tener a un hombre como yo y te ríes para quitarle seriedad y yo sonrió como imbécil hasta que se me acaban las balas para defenderme.
A veces no entiendo tu mirada caliente y tus gestos lejanos, mi mano se acerca a tu piel y cuando te toco sale escarcha. No entiendo tus palabras cuando dices que te he devuelto la inspiración y que si tuvieras que pagarme no podrías, que quisieras haberme conocido una decena de años antes, que te ayude a sacarte a un mal hombre que traes atravesado.
A veces no me entiendo a mí, que estoy como si me hubieras hechizado pidiéndote una explicación de lo que sientes por mí, preguntándote cuanto te gusto, reprochándote alguna mirada que no me dedicaste cuando te ibas, exigiéndote que me leas algo de lo que has escrito. Todas mis locuras anteriores no se comparan a esta, la última que estoy dispuesto a hacer.



Tan malo no debe de ser el amor si comienza haciéndote cosquillas.
Firma Carol 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares