Desde lejos cuidas





Con el tiempo aprenderás a que puedo cuidarme sola y dejarás de preocuparte. Tal vez parezca que me gusta meterme en problemas sin embargo siempre tengo la situación bajo control, aunque te diga o no pueda disimular que estuve llorando. La verdad es  que lo que no quiero es que hagas una locura por mí, ya sabes, una locura de esas que en un principio son románticas pero luego se vuelven catastróficas cuando no es posible transcribirlas sin sentir la nostalgia de lo bueno. Eso suena inofensivo en comparación de lo que podría pasar si te llamo en medio de mi desdicha y sin querer te pida que me saques de ahí y tú vengas.

A eso le tengo miedo. A que de pronto sientas que comienzas a necesitarme cerca. A que pierdas la cabeza cuando a mí por error se me ocurra decirte que me escape con un loco por culpa de que tú no podías estar conmigo y luego te enseñé un moretón o un rasguño en la espalda. Siempre es mejor que yo te diga que cuando estaba fumando en una terraza y la estaba pasando muy mal pensar en ti era como un escudo y así sentía, cuando recordaba tu rostro o tus palabras que nada podía pasarme. No es un espejismo que tú estás junto a mí en una foto o en una escena porque si uno esta donde lo recuerdan tú eras el que me empinaba la botella para olvidar lo lejos que estas del alcance de mi historia pero ideal para la que estoy escribiendo. Me mató que dijeras que teníamos que encontrar otra forma de comunicarnos más tu voz resentida reclamándome porque te había dicho que me había ido con un cabrón me derritió y no sabía porque eso que decías y que además era grave, me hacía sentir alucinada de tenerte y de que pudieras estar celoso del que está conmigo, algo a lo que yo ni derecho tengo. Por si no te has dado cuenta de lo grave que es, es que todo lo que has hecho es porque comienzo a meterme en tu corazón o tú en el mío. Sabrá Dios en qué orden.



(...) Antes de que me quede como un perro cuando le esconden una galleta, 

Firma Carol  

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