Buena artillería
Todavía siento que me mira a los ojos la pintura de vaca
que te hice y que colgada está en medio de tu sala. Llovía afuera y llovía
adentro, dos goteras: una antes de la cama y otra después del baño. Yo que soy
la diosa de la piel, la única que puede fumar adentro, yo que ya tengo mi
propia almohada y unas pantuflas nuevas que me esperan en el closet, otra vez
durmiendo en tu cama y roncando como un adulto. Todo para descubrir que a este
avión no se le ha acabado el combustible. Que los abismos que alguna vez dije
que había entre los dos no existen, que no hay puertas canceladas tan solo la ansiedad
de tenerte cerca y apretarte con una mano o con las dos. La ansiedad que tú
también sientes cuando aseguras que si digo una palabra más me vas a amarrar.
Esté avión vuela sobre los cielos de los otros con una facilidad que no me
atrevo a cuestionar porque incluso el día que yo lo negaba, que yo nos negaba,
que sentía que necesitaba prenderle un cerillo a la historia escrita porque la
historia que estaba en la cabeza lo único que ayudaban poco eran las drogas o
los otros personajes de todas estas historias alternas; incluso en ese momento
en el que no me atrevía a escuchar cierta canción sabía que en el fondo eso
solo era una pausa. Una pausa ladina en la que yo me daba cuenta de que ya no
me traspasan las balas y que puedo hacer cualquier cosa porque siempre
encuentro la forma de salir ilesa de los siniestros que yo misma me voy
buscando. Ten la seguridad de que no olvido nada, sino recuerdo alguna
habitación de tu casa es porque la he visto a oscuras y lo que he guardado es
la sensación, el olor y la hospitalidad, aquello que no se puede traducir a una
foto ni siquiera a una descripción hablada. Lo mismo que no puedo describir el
efecto que me deja despertar a tu lado y descubrir que tú y todos esos muebles
tan mal distribuidos me piden otra vez que no me vaya antes del mediodía.
- ¿Qué se celebra hoy?
- ¿Además de esto? Nada
Firma Carol
ya vienes? :D
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