Qué cosa fuera
El tiempo
está transcurriendo de una manera extraña. Pareces una historia lejana que no
termina, no termina, no termina. Apenas llame al hotel y ya me parecía que está
ciudad se había vuelto la misma, con su tráfico torpe y sus museos cerrados.
Eduardo en
la recepción no ha reconocido mi voz, pero anoche al verme de inmediato ha
sonreído y me ha dicho que pasará. Si puedo volver a un momento será el de la
ducha. Aunque lo cierto es que no puedo elegir una situación porque todas están
entrelazadas y dependen entre sí, una es causa de la otra, sin ti no hay mí, y
sin yo no hay tú.
– Ya ha dejado la habitación ¿Quién
lo busca? -. Yo, claro, ¿quién más?; es que ha olvidado su maletín en un
restaurante y guardo la esperanza que se quede otro día.
Parece que
en la mañana cuando dijimos adiós fue una mañana de hace mucho tiempo y por
dentro creo que no es posible alejarse tanto y llego entonces a la conclusión
de que el espacio también, ha decidido tomar otras dimensiones. Será que nunca
antes un instructor de buceo me sobaba la espalda adolorida con una pomada que
viene desde la China o será que yo era mortal hasta que agarraditos de la mano
entrabamos la catedral con apenas una hora de habernos conocido. ¿Ya ve como
convierto todo en un obsceno estuche de historias?
– Llamare a
tu padre para decir que estoy bien porque tú realmente eres una loca – dijiste
y yo no decía nada, tan solo reía; estaba como encantada, alegre y
despreocupada porque todo era autentico y natural y nada de eso yo podía
controlar porque en definitivo, ese no era el plan mío, (acaso el plan de
alguien más que se había extraviado y caído sobre nosotros) haciendo imposible
que yo pudiera tratar de controlar todo. Me estaba acostumbrando a tus ojos
sonrientes y a la extraña sensación de que quería verte de lejos porque de
cerca me encandilabas.
Para
que yo entendiera esa vanidad debía saber que lejos de estar sorprendida,
estaba admirada. Una palabra que tú no entenderías porque no puedo explicar
algo que apenas acabe de entender.
En
Italia en vez de decir que no tiene antojo de algo, se dice que no tiene la
fantasía de. No sé cómo conjugar el verbo para decir que tú te me antojas para
guardarte en mi corazón: Tengo fantasía de guardarte mi corazón. Si esto no
fuera una conversación sería más íntima. Yo en la cama como si llevará mil años
navegando en tus sabanas. No es cierto lo que dicen de los italianos, ellos no
toman las palabras sino las miradas y con los ojos hablan. Qué íntimo resulta
robarse una mirada, tan íntimo que uno desvía los ojos y el camino. Ahora no
puedo desviarme de tu mirada porque ya no estás, me ves pero no puedo huir
porque tus ojos me miran desde adentro como un abismo invertido y yo caigo
hasta adentro, siempre caigo y una palabra basta para irme de boca.
Apenas te marchaste, se me bajaron las defensas, me enferme y el mundo sigue transcurriendo de una manera extraña.
Nadie se deshace tan rápido de mi
https://www.youtube.com/watch?v=S-k4AHbfstw
Comentarios
Publicar un comentario