Tan verdadero como los celos
En todos los
capítulos estaba escondido un hombre, una palabra que recordaba con frecuencia
y otra que había olvidado a propósito. Una pestaña sin dueño pegada en la ropa,
una abeja que se ahoga dentro de un refresco, una botella que cae y hace ruido
pero que nunca se quiebra. Debe haber un lugar en el mundo donde no existan los
celos, debe haber alguien que haya odiado su luna de miel, debe haber un lugar
en donde se pueda hacer la peor amenaza sin tener nada que perder.
Lo cierto es que uno nunca sabe
dónde empiezan y donde acaban las cosas. Todo lo que vamos haciendo o pensando
nos va acercando y alejando de algo que nunca entendemos en el momento hasta
que se lo explicamos a alguien o lo escribimos. Como quien apunta la fecha en
el margen de una hoja esperando no olvidar, como quien espera envenenarse solo
con una palabra que no porque no la diga dejará de existir y todas esas cosas
que hacemos a la inversa para protegernos del universo que a veces parece
conspirar en contra pero que nunca es cierto. Solo somos nosotros y nuestras
malas costumbres haciendo explotar las cosas de donde nacerán nuevas
posibilidades. Si yo te engaño florece el daño, florece mi mala fama y también
florece tus ganas de atenderme más. Todo lleva una consecuencia y la
consecuencia lleva una voluntad que nos atrapa y nos enseña. Todo cuanto
queremos de pronto se vuelve siniestro y nos atrapa porque el amor es tan bueno
que a veces tiene que ser malo para poder ser cierto. Tan cierto como que nadie
muere de amor pero si de sus daños colaterales: tabaquismo, alcoholismo,
ansiedad y a veces nostalgia.
¿En qué momento mi alemán me hace un reproche por celos?
Firma Imprudente mujer
Comentarios
Publicar un comentario