Martirios y Consuelos



 


               Cruzando un estacionamiento lleno de estudiantes de pronto se me apareció tu cara frente a mis ojos y sonabas en algún rincón soberbio de mi mente. Todavía no comprendo porque de la nada alguna señal de ti de pronto me asecha. - La 
nada no existe.-  Será que tal vez que cuando reconozco un gesto en la calle o escucho alguna canción que nada tiene que ver contigo, pero que yo siento que en algún momento de esta semana también la tarareaste mientras conducías, será que entonces estarás cerca de mí. Como si en el poco tiempo que nos tuvimos, una de esas veces que te acercabas a mi cuello me instalarás un radar de tu presencia. Un consuelo y un martirio porque las noticias no vienen de ti sino de algún ángel de los que tienes bajo tu mando me envía una señal de lo bueno que sería compartir la vida contigo. Los hombres como yo se refieren así a las mujeres como tú porque desgraciadamente no tuvimos tanta suerte. A veces tenemos que conformarnos con mencionar tu nombre y recordar un poco, pero solo un poco, para no desgastar los recuerdos sagrados.
            A veces no me atrevo a ver una fotografía tuya por miedo a que se me quede tan clavada en los ojos y no pueda hacer nada excepto andarte buscando para que te me aparezcas de carne y hueso. ¿De veras aquella fue la última vez que nos vimos? Para mí el tiempo ha funcionado de manera diferente porque desde entonces le he dedicado a los detalles mayor atención y todo se hace lento como cuando tú hacías que durará algún beso. Es verdad lo relativo que puede llegar a ser el tiempo. No me equivoco cuando siento que el tiempo debería ser elástico, porque yo recuerdo como me expandí cuando me involucrabas en tu conversación y como me contraje cuando me di cuenta de que tenías razón, a mí no me quedaría otro remedio que tener que des-aburrir mi vida sin ti.
            Parecía que sabias cuando te irías porque aquella la última vez te veías despampanante. La nada no existe, es un invento de los que la palabra – hueco- les duele mucho. Ya no tenía miedo de que me descubrieran o me delatara solo, incluso ser un traidor me hubiera hecho una persona más interesante. Que miserable me siento cuando todavía no puedo controlar el deja vú de tu mirada y detengo lo que estoy haciendo.      Ojala que un día todas esas señales se amontonen en el mismo perímetro y se me conceda verte sin que me paralice y tus ángeles me ataquen. 


Todo se hace pequeño y luego explota.
Firma Carol 

Comentarios

Entradas populares