Un río que corre al revés



            Esta historia  a la que atravesó una flecha ahora tiene un hueco en el tiempo. Y a los huecos del tiempo nada los puede llenar. La que fui yo ahora es un fantasma y el qué fue él ahora es un recuerdo. La flecha cayó y nos dio a todos, a los que dejé cuando me fui a la misión y a los que vendrán porque ahora no seré más la mujer que no caía en cobardías.
            Si te perdono serás libre también, por que el suspenso, sin duda, es una cárcel para los dos. La mía, no poder dejar de pensar que soy tan respetable que me merezco una explicación, tu cárcel: la culpa, ya no digo el arrepentimiento.
            Nuestro abismo fue una torre de babel que el poco (o mucho) cariño no alcanzo para resolver porque le faltaron fuerzas, porque le faltó tregua, porque le falto la oportunidad de una conversación antes de que uno de los dos, saliera huyendo por una calle que llevaba solo un sentido. El portal de nosotros desaparecería en cuanto uno de los dos dudará. Si alguien lo sabía era yo, y aunque saliste despacio no había para mi velocidad posible para detenerte, la puerta estaba cerrada y aún yo, que en laberintos me las sé de todas, no hubiera sabido como volver.
            De modo que ahora sé que la oportunidad es una puerta que desaparece, una ciudad con miles de edificios inconclusos, un tráfico que a veces no se puede torear, un clima con carácter de mujer que puede controlarlo todo, incluso a los que no dependen de él. La oportunidad es cosa de vida o muerte, resulta increíble la cantidad de posibles eventos que se desata pero siempre hay que hacerlo. A quien se queda sentado no le pasa nada, -aún sí fallo no habré fallado- me repetía un montón de veces para darme valor, para no arrepentirme, para no culparme de lo que pasará, para hacer de esto un hermoso drama que mi vida paralela de escritora necesitaba. Le eche leña al fuego y ahora ésta hoguera no me quema. Un corazón que está acostumbrado a poner a temblar al mundo solo tiene miedo de morir quemado desde otra historia que no sea la suya. Aunque me sentí un perro triste y abandonado la desdicha me resultó muy estimulante y porque como le dije a mi madre: A mí la mala suerte me atrae y no al revés. 


Enmarcad esto: El que lo da todo, nunca pierde 
Firma Carol 

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