Los entrevistados
Soy curiosa
hasta el martirio. Me interesan los detalles y hago las mismas preguntas todas
las veces para ver si en algún punto la respuesta cambia. Eso viene de que me
gustan las historias, en especial las mías. Uno no puede saber con exactitud
cómo ocurrieron los hechos hasta que no entrevista a todos los involucrados.
Esta vez los involucrados somos
usted y yo y los personajes que nos unen en esta trayectoria.
No hay respuestas que nos evidencien
negativamente, hasta ahora solo hay cosas buenas y uno que otro reclamo como
cuando usted dice – Ah ¿Entonces ahora el pendejo soy yo?- . No sabe lo tierno
que se vuelve cuando intenta defenderse y no sabe cómo y entonces como dicen en
Aldama: se avienta a los vidrios.
Como decía, no se puede contar una
historia de una manera exquisita si uno no sabe cómo se desarrollaron las cosas
desde todas las perspectivas. Hay que conocer todas las versiones de los hechos
porque al público se le atrapa con los detalles y es necesario también contarlo
todo justo como pasó, una historia genuina genera sentimientos genuinos.
Si le contara cuantas veces he hecho
esto.
En la
primera escena yo mando un mensaje del que me arrepiento y luego intento
borrar. He sido siempre impulsiva y atrabancada y voy haciendo todo como se me
viene a la mente en parte porque mi signo zodiacal lleva como maldición hacerle
desquites a la vida y en parte porque este tipo de eventualidades me quitan el
aburrimiento.
Hasta este punto soy curiosa,
impulsiva, atrabancada y supersticiosa. Pero cuando usted contesto el mensaje
que para mí ya no existía me volví violenta, en el sentido en que tuve que
reclamarle que no tenía que haberme respondido ese mensaje. Mi versión de los
hechos es que yo no tenía que haberle informado que había soñado con usted y en
mi cabeza usted debió haberme ignorado. Su versión es que no es común que una
mujer lejana vaya a decirle que lo ha soñado y usted, obviamente confundido
porque yo le hice un reclamo, tuvo que ir a contárselo a alguien. La historia
comienza y se detiene por un momento ahí. Ambos le contamos a alguien lo que
paso y yo quedo flotando porque su confidente me conoce y yo lo veo y
compartimos charla sin yo saber, en ese punto, que él sabía que yo lo había
soñado.
Este es un ensayo como el que hacen
Mario Benedetti y Gabriel García Márquez
antes de empezar una gran historia. No se puede creer como es que hay tantas
historias grandiosas a las cuales nadie les pone atención. Para asegurar la
especie, siempre me busco los mejores personajes y me comprometo a ser una
buena narradora; a veces creo que soy la única que se da cuenta de los
verdaderos detalles, la que no olvida nunca, la que hace un volcán en un vaso
de agua quién sabe cómo.
Dos personas que se relacionan de
manera lejana. Dos personas que se caen bien, como dijo usted. Un vínculo
extraño y agradable que nada tiene que ver con el amor, como dije yo. Dos
personajes que están interesados en la misma historia y le ponen el mismo
empeño para hacer de eso algo gratificante porque como dijo usted: me interesan
las personas que me dejan algo bueno en la vida y porque como dije yo: estaba
aburrida y no me arrepiento de mis impulsividades.
Hasta para contar historias se necesita experiencia
Firma Carol
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