Que no se me olvide jamás que alguna vez fui una mujer que escribía muchísimo. Qué era cuidadosa con las fechas y que llevaba con diligencia la forma en la que los textos iban y venían sin repetirse, que era responsable de lo que escribía y no daba papeles en vano, todo estaba bien merecido y calculado y entonces por lo tanto, que no se me olvide cuando fui justa conmigo y con las letras.  Ahora soy soberbia y descuidada por que recién me entero que tengo perdido un lote de textos importantes que nunca me aseguré de guardar bien. Ahora me está fallando la memoria como nunca antes y  he encontrado una cosa buena y una cosa mala, como en todos los sucesos en los que nos involucramos sin darnos cuenta. La cosa buena es que ahora que soy olvidadiza me sorprenden mucho más los recuerdos. Dentro de esta situación buena hay también, algo bueno y algo malo porque claramente la bondad nunca alcanza niveles perfectos. Lo bueno es que los recuerdos  agradables me regresan una felicidad que ya había vivido, un respiro, una inspiración insoportable para seguir buscando lo bueno de la vida. Lo malo es que los malos recuerdos actúan igual pero con la diferencia de que uno vuelve a buscar a quien culpar. Lo malo de volverme olvidadiza es que siento más la obligación de escribir las cosas importantes, las personales y las que me pudieran llegar a afectar aunque fueran como una línea paralela avanzando a mi lado. En pocas palabras hacer un expediente de mi misma con detalles y recados para no olvidar nada. Descubrir que esta situación me estaba volviendo el personaje principal de mi novela maldita me alarmó. Una mujer que no quería ir olvidando sus experiencias y que para darle solución apuntaba todo en notas numeradas que al final uniría para que cuando tirará de un recuerdo los demás vinieran detrás de el en un orden especifico. Ese personaje yo lo inventé y yo lo alimenté tanto que ahora me doy cuenta que yo soy esa persona y que otra vez la novela maldita va prediciendo su futuro y le cobra la factura a su inventora. Estoy aquí tratando de entender que tanto uno puede jalar de un hilo sin sentir de repente que se acerca al extremo. Pensando en lo mucho que tiene uno que curtirse para saber que poder recordar en verdad es algo muy bueno y que como todo lo bueno siempre cuesta y duele un poquito.



Hoy es otro día de esos en que despierto en la cama de otro país
Carol

Comentarios

Entradas populares