Una voz rica




Qué envidia ser tú, que te despiertas todas las mañanas contigo, qué sin ningún esfuerzo te ves al espejo y te encuentras, que no tienes que mirar una fotografía tuya para alegrar un poco la mirada, que avanzas a tus horas, que sabes tus motivos, que conoces tus excusas y que te inventas las mentiras que vienen y nos pegan a todos.

Qué envidia ser tú y no tener por qué dudar de ti porque sabes lo que tienes y siempre de alguna forma u otra, consigues lo que quieres; siempre abres con una palabra las puertas que a simple vista parecen cerradas, siempre apareces dentro de un cajón o al final de una escalera, que envidia que para ti todo sea un pasadizo y todo te funcione a tu favor.

Qué envidia ser tú y que no sufras la agonía de no poder terminar una frase, una caminata, una cena sin pensar por error, cuando suena una canción de una voz rica, en ti. Qué envidia que tú nombres sea tu nombre y si te lo topas en alguna parte no es más que una casualidad y para nosotros, para todos nosotros los que hemos perdido una batalla contigo es un dolor, que tú nombre sea tuyo y no se pueda clonar.

Qué envidia ser tú y ser la que dicta los caprichos y otros tienen que ayudarte a cumplirlos para  hacerte la princesa de cuento infinito como lo dijo ya Saenz, pero sobre todo para hacerte feliz, porque en mi como en muchos me ha traído más satisfacción la sonrisa de cabrona que no haber ni siquiera tenido oportunidad de conocerte, de saber que es verdad que no existe envidia de la buena.



Firma Carol,
hay personas que de veras no saben lo que es que el sistema nervioso te colapse.

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