Jasper
Hay
una técnica para conseguir el sueño más rápidamente. Cómo decía la abuela de no
sé quién, las preocupaciones quitan más el sueño qué el café. Acostada en la
cama, escuchando los ruidos de la calle, de una ciudad tranquila dónde la nieve
se acumula a las orillas de las banquetas y la gente siempre dice buenos días,
con menos seis grados afuera hacía ejercicios de respiración para quedarme
dormida como un muerto. Estuvimos miles de kilómetros separados y el clima de
soledad nunca se había parecido al de esa noche. – Creo que esta es la última
noche, pienso que deberíamos dormir juntos- dije, mientras se venía detrás de
mí un avalancha de platos rotos que tendría que limpiar al día siguiente y para
lo cual iba a necesitar mucho valor. – Te iba a pedir lo mismo- contestó él. Ahora
puedo decir que si quieres odiar a alguien y conocerlo de verdad, vete de
campamento con esa persona. El choque cultural y la diferencia de experiencias
en el amor nos mandó al carajo y solo está vez estuve alegre de cómo me
enfrenté a ese destino porque entonces hubiera descubierto las divergencias demasiado
tarde. Demasiado tarde cuando hubiéramos avanzado más, cuando hubiera venido a
mi ciudad a verme otra vez antes de irse a Alemania y de pedirme que me fuera
con él, no sé si a vivir o solo a visitarlo, cosa que ahora ya no existe y es
mejor que parezca que nunca existió. Esa noche tuve diferentes sueños pero el
último justo antes de que supiera que tenía que despertar e irme fue un deja
vu, una copia del futuro sin rostros ni voces, un reflejo de lo que iba a
suceder, una señal de cómo iban a dar las
cosas una vuelta completa y yo no lo sabía, alguien me envió un rescate
mientras todos dormíamos y ninguno de todos los participantes sospechaba nada.
Al día siguiente después de perderme dos veces en el bosque, mientras me
maquillaba en un hotel con casino, mi viaje comenzaba otra vez
Firma Carol,
hay flechas que no me entran
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