Bonita e intocable
Siempre
he tenido la fantasía de hacer todo lo que se me da la gana y en lo profundo de
mi alma existe una fantasía todavía más oscura, pagar por sexo.
De
joven pude hacerlo porque había muchos más motivos que me alentasen a cumplirlo
como lo es, un capricho de la edad, una actividad obligada entre los amigos o
enemigos, una fantasía juvenil para sentirme solemne. Siempre he tratado que mi
mundo gire alrededor de situaciones que sean ganar-ganar y ahora, veinticinco
años más tarde me gustaría cumplir esa misión impuntual en la que no estoy
seguro que se trate tan solo de sexo. Invariablemente hay un punto en medio de
la estabilidad constante y aburrida en el que uno siente que necesita un temblor,
una aventura, una fantasía que sacuda la rutina de lunes a viernes.
Al
menos en mí existe una coyuntura, justo en este momento de mi vida desabrida en
la que siento que me sobra tiempo, dinero y espacio para tomar las armas y
comenzar una batalla que sí es en silencio podría ser solo mía. Llevo tiempo
queriendo sentir que soy requerido, que soy admirable, que soy generoso. Que
soy el protagonista de una bonita e intocable historia de alguien que me
pudiera necesitar y que yo pudiera desde lejos ser como un soldado desmañanado que
hace lo que tiene que hacer en cuanto se lo pidan.
Antes
no hubiera tenido la discreción ni el respeto para llevar a cabo una actividad
de este tipo porque lo cierto es que no estoy buscando una amante. No, porque
eso significaría que por fuerza, alguien saldría herido y de heridas no se
trata esta fantasía, sin platos rotos solo busco a alguien que un día se deje
querer y a cambio yo pueda proveerle algo a su vida para que sea feliz. Como
dijo un buen amigo, el dinero no es la felicidad, pero qué cerquita esta de
serlo.
Sin las mujeres el dinero no tendría sentido
Sin las mujeres el dinero no tendría sentido
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