La maleta cafe
Hay noches en que se mezcla todo.
El vino, más que otra cosa, me sube la temperatura, me pone la cara roja y la
boca sonriente. Que rara mezcla de antibióticos, de trabajo, de personas, que rara
cena compartida y que raros los halagos que recibía en dos o tres direcciones.
No encuentro mis llaves, siempre pierdo todo, en alguna parte tienen que estar,
no te preocupes yo te llevo a tu casa, gracias pero prefiero que no. Tú
recordabas cosas que yo no. Al parecer habíamos vivido la misma historia cada
uno con su versión, cada uno con su diablo que estaba en otros detalles. La
historia marchaba en su curso normal y nosotros seleccionamos las imágenes con
las que nos íbamos a quedar si no para siempre, al menos hasta donde alcanzará
la memoria. No siempre se tiene la oportunidad de compartir con los personajes
el resumen o la retroalimentación de lo que alguna vez fue, esto solo es
posible cuando no pierdes la amistad, cuando en una noche fría se mezclan las
cosas y acabas tendido en la cama con el fantasma del pasado. Tú versión no es
mejor que la mía, pero es lo que cada uno tiene. Tu recordabas con más detalle
que yo, a mí no me importaba menos pero si vivía todo con más velocidad y te
olvide más rápido. Tan inequívoco y evidente como que yo no fui quien te busco
para un reencuentro. – Llevabas una maleta café ¿Aun la tienes? Tú pasaste por
mi porque así habíamos quedado. - ¿Qué cenamos esa noche? – Nada, no cenamos
nada, pero desayunamos en el hotel. Yo tenía los recuerdos más borrosos, no tan
precisos como para poder expresarlos de la forma que tú lo hacías. –Aquella vez
que fuimos al hotel que esta por tu casa..-. ¿Cuál vez? Quien sabe, yo he ido
muchas veces a ese hotel y era posible que confundiera las situaciones y me
quede callada para no herir alguna susceptibilidad. Lo que recuerdo a la perfección
fue que estabas conmigo cuando mi abuela se estaba muriendo. Cuando viví el
borde de la frustración y la impotencia de una negligencia que nos robaba la
vida. Tú que odiabas que fumara, me llevaste a la funeraria una cajetilla de
cigarros porque nada me podía matar más, al menos no en aquellos días. Yo no
recuerdo con exactitud qué día era, pero tú aseguras que fue un martes y seguro
que así fue. Después de eso yo continué con otras cosas y algún malentendido
hizo que no nos volviéramos a ver. Todo es pasajero, la vida misma lo es. Pero
hay noches en que yo mezclo todo y al día siguiente me despierto pensando en
más de una persona que podría y pudo hacerme feliz.
Todo siempre ocurre, más pronto de lo que crees
Firma Carol
Comentarios
Publicar un comentario